ENTAMU

El último año del siglo XIX, vio la llegada de mi abuela a la vida, en el humilde y pescador barrio de Sabugo; vio la llegada de mi abuelo, que con su familia mirandina, desembarcó en el puerto de Santander, trasladándose a la Calle Nueva de Avilés. Llegaron a bordo del barco Alfonso XIII, procedentes de Santa Clara (Cuba), él apenas tenía tres años, sus padres no habían ido a hacer la Habana, habían ido de criados de unos señores de Galiana, y regresaron con cuatro reales, con los que abrieron el bar Casa la Rubia.

Cuento todo esto, porque mi abuela, es una de las mayores responsables de mi interés por la historia de nuestra villa; Sus historias sobre cosas acontecidas en la villa, como el hambre que pasaba en los principios del siglo XX, el vampiro de la Magdalena, el bar que poseía mi bisabuela, la fabrica de baldosas de mi abuelo, etc., me hicieron empezar a investigar sobre nuestro pasado. No es que mi abuela fuera una gran contadora de historias, pero recuerdo que a mediados de los años 80, cuando la televisión programaba la serie Raíces, esa serie hizo que empezará a interesarme por mis antepasados, ¿quiénes eran? ¿cómo vivían? ¿de donde procedían?, ahí empezaron las preguntas a mi abuela, de sus respuestas salieron nombres como Gertrudis, Benita, el Sargento “Pates”, Pepe “El Cristo”, etc. Veinte años más tarde, me regalaron un libro: “Avilés Memoria Gráfica”, cientos de fotografías del Avilés de primeros del siglo veinte. En ese momento renació mi interés por nuestro pasado, pero no solamente por mis ancestros. Esas imágenes hicieron que retomará con fuerza la realización de mi árbol genealógico, pero también mi interés por lo que es toda la historia de nuestra, villa milenaria.

viernes, 2 de febrero de 2018

ALEMANES EN LA COMARCA DURANTE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

(Extraido del Noroeste del 11 de Mayo de 1917)
Estos días rueda por varios periódicos provinciales (nosotros lo leímos en El Carbayón, que á su vez lo copia de otro), un suelto donde se reseña un viaje que varios vecinos de Llanes, entre ellos un sacerdote, hicieron á un submarino alemán.
Cuentan que los excursionistas facilitaron á los del submarino tabaco, y quién sabe qué más, y que uno de los tripulantes del sumergible se quitó la cinta de la gorra, con una inscripción alemana, y se la dio precisamente al sacerdote, que era D. Tomás Gutiérrez.
Queda, pues, plenamente demostrado que los submarinos alemanes se comunican con tierra, y no solamente porque vayan á ellos excursionistas como los de Llanes, sino porque los teutones suelen también desembarcar y pasearse por las calles de los pueblos asturianos. (Se asegura que en Gijón estuvo dos días el comandante de uno de los submarinos que andan por el Cantábrico.)
Ahora bien, ¿Dónde se aprovisionan esos, sumergibles que hace tanto tiempo merodean por el Cantábrico ?
Un querido amigo nuestro de Cudillero, nos escribe á este propósito, con fecha 8 del actual.
- "A principios del invierno recorrieron esta zona marítima tres individuos alemanes,que estuvieron hospedados en San Esteban… Después estuvieron en Cudillero en casa de... Recorrieron la costa, rehuyendo el trato con el vecindario, pero tomaron nota de calados de todos los fondeaderos, y muy particularmente del de Artedo. Dos de esos tres alemanes se marcharon al poco tiempo, quedando solo el tercero: éste no recibía ninguna correspondencia; pero todas las semana sí hacía un viaje á Oviedo, de 24 horas; Más de tres meses continuó este alemán en Cudillero, haciendo casi la vida del topo. Con estos misteriosos personajes coincide la presencia de submarinos en estas aguas, donde desde entonces se ven con frecuencia. No tengo más datos, pero sospecho que, desde Aviles a Artedo se facilita gasolina á los submarinos.
Otras noticias particulares nos aseguran que el submarino que echó á pique los dos vapores noruegos entre Candas y Luanco el domingo último, pasó la noche anterior fondeado al abrigo del cabo Peñas, y comunicándose con tierra su tripulación.
Y un testigo presencial de aquellos sucesos, nos afirma que uno de los barcos noruegos fué detenido á media milla de la costa, y que al hundirse tocó de proa, prueba de que estaba sobre tierra. De aquí que al otro vapor lo sacaran los alemanes más hacia fuera, buscando mayor calado para el hundimiento.
Todo esto demuestra que por nuestra costa no se ejerce vigilancia alguna, que el espionaje alemán ó germanófilo puede impunemente recorrer la costa y entenderse perfectamente, con los submarinos para que sepan dónde han de fondear para pasar la noche y recibir cuanto necesiten.

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