ENTAMU

El último año del siglo XIX, vio la llegada de mi abuela a la vida, en el humilde y pescador barrio de Sabugo; vio la llegada de mi abuelo, que con su familia mirandina, desembarcó en el puerto de Santander, trasladándose a la Calle Nueva de Avilés. Llegaron a bordo del barco Alfonso XIII, procedentes de Santa Clara (Cuba), él apenas tenía tres años, sus padres no habían ido a hacer la Habana, habían ido de criados de unos señores de Galiana, y regresaron con cuatro reales, con los que abrieron el bar Casa la Rubia.

Cuento todo esto, porque mi abuela, es una de las mayores responsables de mi interés por la historia de nuestra villa; Sus historias sobre cosas acontecidas en la villa, como el hambre que pasaba en los principios del siglo XX, el vampiro de la Magdalena, el bar que poseía mi bisabuela, la fabrica de baldosas de mi abuelo, etc., me hicieron empezar a investigar sobre nuestro pasado. No es que mi abuela fuera una gran contadora de historias, pero recuerdo que a mediados de los años 80, cuando la televisión programaba la serie Raíces, esa serie hizo que empezará a interesarme por mis antepasados, ¿quiénes eran? ¿cómo vivían? ¿de donde procedían?, ahí empezaron las preguntas a mi abuela, de sus respuestas salieron nombres como Gertrudis, Benita, el Sargento “Pates”, Pepe “El Cristo”, etc. Veinte años más tarde, me regalaron un libro: “Avilés Memoria Gráfica”, cientos de fotografías del Avilés de primeros del siglo veinte. En ese momento renació mi interés por nuestro pasado, pero no solamente por mis ancestros. Esas imágenes hicieron que retomará con fuerza la realización de mi árbol genealógico, pero también mi interés por lo que es toda la historia de nuestra, villa milenaria.

sábado, 6 de enero de 2018

CALLES ENFANGADAS EN 1924

Publicaba  La Región el 4 de Enero de 1924:
" Con las lluvias lentas y pertinaces de estos días, las calles se han puesto intransitables, convirtiéndose algunas de ellas en verdaderos fangales. Y no tan sólo el centro de ellas, sino también las aceras y los pasos de adoquín, por lo cual se hace imposible cruzar de un lado a otro de la vía pública, a no ser exponiéndose a emlodarse el calzado y hasta la ropa, que se pone, que es una bendición con las salpicaduras.
Y nosotros preguntamos, y con nosotros el paciente y resignado vecindario ¿Para que sirven el agua y las magueras municipales? ¿Como es que no se les ocurre a los encargados de vigilar y cuidar la villa de disponer el riego de las aceras para limpiarlas del barro que sobre ellas se amontona.
 Esto es lo que se hace en poblaciones donde el sentido común rige los actos de los funcionarios que hallan a su frente, y esto quisiésemos nosotros que se hiciera en Avilés, cuyas autoridades queremos creer que no carecen de ese sentido tan elemental, y de aquel otro, no menos esencial de hyacerse cargo.
 El riego de las calles en poblcaiones como Avilés, donde la pavimentación se halla tan descuidada (sin otra excepción que la Plaza Mayor) es tan indispoensable como la misma operación en el verano, pues si el polvo excesivo molesta, no menos molesta y perjudica el lodo que durante los días lluviosos enfanga las calles."

No hay comentarios:

Publicar un comentario