ENTAMU

El último año del siglo XIX, vio la llegada de mi abuela a la vida, en el humilde y pescador barrio de Sabugo; vio la llegada de mi abuelo, que con su familia mirandina, desembarcó en el puerto de Santander, trasladándose a la Calle Nueva de Avilés. Llegaron a bordo del barco Alfonso XIII, procedentes de Santa Clara (Cuba), él apenas tenía tres años, sus padres no habían ido a hacer la Habana, habían ido de criados de unos señores de Galiana, y regresaron con cuatro reales, con los que abrieron el bar Casa la Rubia.

Cuento todo esto, porque mi abuela, es una de las mayores responsables de mi interés por la historia de nuestra villa; Sus historias sobre cosas acontecidas en la villa, como el hambre que pasaba en los principios del siglo XX, el vampiro de la Magdalena, el bar que poseía mi bisabuela, la fabrica de baldosas de mi abuelo, etc., me hicieron empezar a investigar sobre nuestro pasado. No es que mi abuela fuera una gran contadora de historias, pero recuerdo que a mediados de los años 80, cuando la televisión programaba la serie Raíces, esa serie hizo que empezará a interesarme por mis antepasados, ¿quiénes eran? ¿cómo vivían? ¿de donde procedían?, ahí empezaron las preguntas a mi abuela, de sus respuestas salieron nombres como Gertrudis, Benita, el Sargento “Pates”, Pepe “El Cristo”, etc. Veinte años más tarde, me regalaron un libro: “Avilés Memoria Gráfica”, cientos de fotografías del Avilés de primeros del siglo veinte. En ese momento renació mi interés por nuestro pasado, pero no solamente por mis ancestros. Esas imágenes hicieron que retomará con fuerza la realización de mi árbol genealógico, pero también mi interés por lo que es toda la historia de nuestra, villa milenaria.

viernes, 23 de febrero de 2018

LOS MANCHONEROS BELGAS

A principios del siglo XX la actividad con más solera de la industria avilesina es la industria del vidrio. Consistía esta rama en conseguir aquel material fundiendo en unos crisoles arena ( de silice, calcio, potasio y sodio) tras haber sido molidas, cribadas y mezcladas. Allí la temperatura alcanzaba los 1400º y 1500ºC y hacían falta muchas horas para que se fundieran todos los ingredientes. Una vez hecha esta masa, se llevaba a los manchoneros. 
 Venía este oficio de los tiempos en los que estos trabajadores soplaban por una caña de hierro hasta formar un manchón (una especie de botella enorme). Como su trabajo era agotador, los manchoneros disfrutaban de un tiempo de descanso cada dos o tres horas. Los manchones se enfriaban luego en los hornos de recocido, que los mantenían a una temperatura templadaérmico para evitar que estallasen en un brusco cambio térmico. A continuación se les cortaba el cuello y el fondo y se les practicaba un corte transversal. Entonces se estiraba el vidrio y se obtenía una lámina plana. 
A pesar de lo mucho que trabajaban en esa tarea agotadora, y lo mucho que sabían de su oficio, los manchoneros belgas de la vidriera de Sabugo no entendían nada. No entendían porque la empresa dejaba de respetar los acuerdos a los que había llegado con ellos: pagarles 2,30 pesetas por cada día excedente de la "campaña" anual, es decir, de los aproximadamente treinta días de paro forzoso de cada año. Y como no se respeto tal compromiso, en septiembre de 1901 fueron a la huelga. 
 Dos meses más tarde los dueños de la fábrica contrataron a otros obreros, también belgas, para cubrir la nueva campaña. Estos obreos tampoco entendían nada de la situación, ya que vinieron hasta a Avilés a trabajar en una fábrica de vidrios sin que nadie les dijera que su verdadero cometido era hacer el trabajo que sus compatriotas se negaban a desempeñar, quebrantando así su lucha al dar al traste con la huelga. Cuando por fín entendieron esto, se negaron también a trabajar, y el Centro Obrero de Avilés les pagó el pasaje de vuelta a su país, aunque, para impedir este retorno, los patronos les retuvieron el equipaje. 
 Y, a pesar de todo, los manchoneros belgas, los primeros, seguían sin entender tal situación, quizás fuera porque se agrupaban en una Sociedad de resistencia que se llamaba "El Soleil" y porque la mayoría, no entendían... el español.

 (Extraido de Aviles una historia de 1000 años - Juan Carlos de la Madrid)

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