ENTAMU

El último año del siglo XIX, vio la llegada de mi abuela a la vida, en el humilde y pescador barrio de Sabugo; vio la llegada de mi abuelo, que con su familia mirandina, desembarcó en el puerto de Santander, trasladándose a la Calle Nueva de Avilés. Llegaron a bordo del barco Alfonso XIII, procedentes de Santa Clara (Cuba), él apenas tenía tres años, sus padres no habían ido a hacer la Habana, habían ido de criados de unos señores de Galiana, y regresaron con cuatro reales, con los que abrieron el bar Casa la Rubia.

Cuento todo esto, porque mi abuela, es una de las mayores responsables de mi interés por la historia de nuestra villa; Sus historias sobre cosas acontecidas en la villa, como el hambre que pasaba en los principios del siglo XX, el vampiro de la Magdalena, el bar que poseía mi bisabuela, la fabrica de baldosas de mi abuelo, etc., me hicieron empezar a investigar sobre nuestro pasado. No es que mi abuela fuera una gran contadora de historias, pero recuerdo que a mediados de los años 80, cuando la televisión programaba la serie Raíces, esa serie hizo que empezará a interesarme por mis antepasados, ¿quiénes eran? ¿cómo vivían? ¿de donde procedían?, ahí empezaron las preguntas a mi abuela, de sus respuestas salieron nombres como Gertrudis, Benita, el Sargento “Pates”, Pepe “El Cristo”, etc. Veinte años más tarde, me regalaron un libro: “Avilés Memoria Gráfica”, cientos de fotografías del Avilés de primeros del siglo veinte. En ese momento renació mi interés por nuestro pasado, pero no solamente por mis ancestros. Esas imágenes hicieron que retomará con fuerza la realización de mi árbol genealógico, pero también mi interés por lo que es toda la historia de nuestra, villa milenaria.

lunes, 5 de febrero de 2018

ROMERÍA EN LA LUZ EN 1906

 -EL NOROESTE 8 DE JUNIO DE 1906-
Ayer se celebró la clásica romería de La Luz, que va perdiendo su antiguo carácter, su peculiar animación y sus tradicionales atractivos. Todavía hay misa de nueve en la parroquial de San Nicolás con asistencia de la banda del municipio y se toma despues la leche con bizcochos en el antiguo Liceo, hoy Escuela de Artes y Oficios; pero ya nadie va en alegre peregrinación por la mañana a la hermosa loma donde se asienta la humilde ermita, en cuyos risueños alrededores empinaban los romeros sendas jarras de mantecosa leche, acompañada de bizcochos sabrosísimos y de buenos trozos de pan de la Camposa, a ningún otro comparable. Por la tarde subía todo el pueblo con esplendidas meriendas que alegremente se comían sobre la jugosa hierba, lanzando luego al aire populares canciones y organizando nutridas jiraldillas. Los mozos y las rapazas bajaban al oscurecer todos del bracete con sus voces frescas, de juveniles arranques, las coplas típicas del país, cuyas notas dulces, al esparcirse por las praderas, meláncolicas, resonaban de manera indefinible en lo mas hondo del alma.
Hoy todo esto va desapareciendo y la gente ya no sube retozona por las faldas del pequeño monte, satisfaciendose con merendar pacíficamente en el frodoso campo del Carnero, que rodeaban árboles de vegetación exhuberante, y desde el cual se divisa la blanca ermita, abandonada por sus devotos de antaño, a solas en la cumbre, que doran los últimos años de un sol mortecino.
Ayer la romería estuvo mas desanimada que otros años, y el prado del carnero, humedecido por la lluvia con que a las cinco de la tarde nos obsequió el cielo, no representaba el cuadro recocijante de los días en que se juegan las grandes partidas de foot-ball. Y eso que no faltaban los pianos de manubrio y los tenderetes de golosinas y las tabernas portátiles, donde se come y se empina a tutiplen.

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