ENTAMU

El último año del siglo XIX, vio la llegada de mi abuela a la vida, en el humilde y pescador barrio de Sabugo; vio la llegada de mi abuelo, que con su familia mirandina, desembarcó en el puerto de Santander, trasladándose a la Calle Nueva de Avilés. Llegaron a bordo del barco Alfonso XIII, procedentes de Santa Clara (Cuba), él apenas tenía tres años, sus padres no habían ido a hacer la Habana, habían ido de criados de unos señores de Galiana, y regresaron con cuatro reales, con los que abrieron el bar Casa la Rubia.

Cuento todo esto, porque mi abuela, es una de las mayores responsables de mi interés por la historia de nuestra villa; Sus historias sobre cosas acontecidas en la villa, como el hambre que pasaba en los principios del siglo XX, el vampiro de la Magdalena, el bar que poseía mi bisabuela, la fabrica de baldosas de mi abuelo, etc., me hicieron empezar a investigar sobre nuestro pasado. No es que mi abuela fuera una gran contadora de historias, pero recuerdo que a mediados de los años 80, cuando la televisión programaba la serie Raíces, esa serie hizo que empezará a interesarme por mis antepasados, ¿quiénes eran? ¿cómo vivían? ¿de donde procedían?, ahí empezaron las preguntas a mi abuela, de sus respuestas salieron nombres como Gertrudis, Benita, el Sargento “Pates”, Pepe “El Cristo”, etc. Veinte años más tarde, me regalaron un libro: “Avilés Memoria Gráfica”, cientos de fotografías del Avilés de primeros del siglo veinte. En ese momento renació mi interés por nuestro pasado, pero no solamente por mis ancestros. Esas imágenes hicieron que retomará con fuerza la realización de mi árbol genealógico, pero también mi interés por lo que es toda la historia de nuestra, villa milenaria.

sábado, 27 de enero de 2018

ATRACO A LA ADUANA DE AVILES EN JUNIO DE 1936

En la Voz de Avilés de junio de 1936:

“Hoy a las doce de la mañana se cometió un atraco en la Aduana de Avilés que no dió a los mahechores el resultado apetecido. Parece ser que estos habian tenido la confidencia de que hoy había en la aduana una fuerte cantidad de dinero.
A las doce irrumpieron en la aduana tres individuos armados de pistolas obligando a los empleados a poner los brazos en alto. La primera medida que tomaron fue la de cortar los hilos telefónicos. Mientras uno hacía esto, otro obligó a los empleados a meterse en una habitación, siempre encañonándoles.
Inmediatamente obligaron al administrador de la Aduana, señor Díaz Canedo, a abrir la caja, apoderándose de 748 pesetas. Los atracadores no ocultaron su decepción ante lo exiguo de la cantidad. A la puerta les esperaba un automóvil en el que huyeron por la carretera de San Juan.
El personal de la Aduana, tan pronto se vió libre de las pistolas amenazantes, se dispuso a telefonear a la comisaría. Como los hilos estaban cortados se retrasó un poco la persecución de los desafortunados atracadores, Sin embargo, fuerzas de la Guardia Civil salieron rápidamente en autobuses en todas las direcciones. Por teléfono fueron avisadas todas las comandancias de la Guardia Civil, ordenándoseles procedieran a la detención de todos los automóviles. Pronto fueron detenidos en castrillon, sin que opusieran la menor resistencia.Les fueron ocupadas dos pistolas 7'65 y una detonadora. Los malogrados atracadores se llaman José Manuel Sariego Fernández, Eduardo Sariego Iglesias, primo del primero y ambos vecinos de Castrillón, y Benito Sánchez de Villaviciosa. Como es natural pasaron a la cárcel a disposición del juez de instrucción. En cuanto se propagó por la población la noticia del atraco, la imaginación se echó a volar y había hasta quien – quizás influenciado por las películas de gansters - aseguraba que los atracadores iban provistos de fusiles – ametralladoras.
Unos días después, el 29 de junio, a las cinco de la madrugada se ha fugado de la cárcel de Avilés Eduardo Sariego Iglesias, uno de los autores del atraco a la Aduana de Avilés. Para llevar a cabo la huída, Sariego llamó al guardian de servicio Francisco Fernández, pretextando hallarse enfermo. Cuando el guardian acudió a la celda del detenido, este, con una pata del camastro que previamente había arrancado, golpeó brutalmente al celador, al que produjo lesiones de consideración. La agresión fue advertida por los otros detenidos, que salieron de sus celdas y acudieron en auxilio del guardian; pero no pudieron evitar la huida de Sariego, porque este, con el hierro con el que había agredido al vigilante, hizo frente a sus compañeros de prisión e hirió también a algunos de ellos y aprovechó la confusión para desaparecer.”

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