- El convento de San Francisco de Asis vendió bienes por valor de 2.850 reales a Juan Álvarez y a Nicolás Fernández Blanco.
- El convento de San Francisco de Asis vendió una Heredad en Corvera por valor de 750 reales a José del Busto Valdés.
- El convento de San Francisco de Asis vendió bienes por valor de 4.100 reales a Miguel Álvarez, vecino de Molleda
- La Parroquia de San Nicolás vendió bienes por valor de 7.987 reales a Francisco Pérez Valdés, vecino de Molleda
- La Iglesia de la Merced vendió un día de bueyes en la heredad de la zanca por valor de 1000 reales a Francisco Pérez Valdés, vecino de Molleda.
- La ermita de San Pedro de Rivero vendió bienes por valor de 2.460 reales a José López y consortes.
- El Hospital de Peregrinos Pedro Solís vendió la huerta de peregrinos por valor de 26.600 reales a Ramón de Llano Ponte
- El Hospital de peregrinos vendió bienes por valor de 34.795 reales a Santos Fernández y a otros 23
- La Parroquia de la Magdalena de los Corros vendió dos heredades de Molleda por valor de 999 reales a Juan López en Lloreda
- La Cofradía de San Antonio Abad vendió dos días de bueyes en Corvera por 550 reales a Francisco del Busto.
ENTAMU
El último año del siglo XIX, vio la llegada de mi abuela a la vida, en el humilde y pescador barrio de Sabugo; vio la llegada de mi abuelo, que con su familia mirandina, desembarcó en el puerto de Santander, trasladándose a la Calle Nueva de Avilés. Llegaron a bordo del barco Alfonso XIII, procedentes de Santa Clara (Cuba), él apenas tenía tres años, sus padres no habían ido a hacer la Habana, habían ido de criados de unos señores de Galiana, y regresaron con cuatro reales, con los que abrieron el bar Casa la Rubia.
Cuento todo esto, porque mi abuela, es una de las mayores responsables de mi interés por la historia de nuestra villa; Sus historias sobre cosas acontecidas en la villa, como el hambre que pasaba en los principios del siglo XX, el vampiro de la Magdalena, el bar que poseía mi bisabuela, la fabrica de baldosas de mi abuelo, etc., me hicieron empezar a investigar sobre nuestro pasado. No es que mi abuela fuera una gran contadora de historias, pero recuerdo que a mediados de los años 80, cuando la televisión programaba la serie Raíces, esa serie hizo que empezará a interesarme por mis antepasados, ¿quiénes eran? ¿cómo vivían? ¿de donde procedían?, ahí empezaron las preguntas a mi abuela, de sus respuestas salieron nombres como Gertrudis, Benita, el Sargento “Pates”, Pepe “El Cristo”, etc. Veinte años más tarde, me regalaron un libro: “Avilés Memoria Gráfica”, cientos de fotografías del Avilés de primeros del siglo veinte. En ese momento renació mi interés por nuestro pasado, pero no solamente por mis ancestros. Esas imágenes hicieron que retomará con fuerza la realización de mi árbol genealógico, pero también mi interés por lo que es toda la historia de nuestra, villa milenaria.
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