ENTAMU

El último año del siglo XIX, vio la llegada de mi abuela a la vida, en el humilde y pescador barrio de Sabugo; vio la llegada de mi abuelo, que con su familia mirandina, desembarcó en el puerto de Santander, trasladándose a la Calle Nueva de Avilés. Llegaron a bordo del barco Alfonso XIII, procedentes de Santa Clara (Cuba), él apenas tenía tres años, sus padres no habían ido a hacer la Habana, habían ido de criados de unos señores de Galiana, y regresaron con cuatro reales, con los que abrieron el bar Casa la Rubia.

Cuento todo esto, porque mi abuela, es una de las mayores responsables de mi interés por la historia de nuestra villa; Sus historias sobre cosas acontecidas en la villa, como el hambre que pasaba en los principios del siglo XX, el vampiro de la Magdalena, el bar que poseía mi bisabuela, la fabrica de baldosas de mi abuelo, etc., me hicieron empezar a investigar sobre nuestro pasado. No es que mi abuela fuera una gran contadora de historias, pero recuerdo que a mediados de los años 80, cuando la televisión programaba la serie Raíces, esa serie hizo que empezará a interesarme por mis antepasados, ¿quiénes eran? ¿cómo vivían? ¿de donde procedían?, ahí empezaron las preguntas a mi abuela, de sus respuestas salieron nombres como Gertrudis, Benita, el Sargento “Pates”, Pepe “El Cristo”, etc. Veinte años más tarde, me regalaron un libro: “Avilés Memoria Gráfica”, cientos de fotografías del Avilés de primeros del siglo veinte. En ese momento renació mi interés por nuestro pasado, pero no solamente por mis ancestros. Esas imágenes hicieron que retomará con fuerza la realización de mi árbol genealógico, pero también mi interés por lo que es toda la historia de nuestra, villa milenaria.

sábado, 27 de enero de 2018

MTIN DE MELQUIADES ÁLVAREZ EN AVILÉS EN 1904

En “La Vanguardia” del 1 de septiembre de 1904:
“Se ha celebrado en Avilés el anunciado mitín republicano en el teatro-circo. El Sr. Pedregal habla de la necesidad de hacer gubernamental el partido republicano. Hace amplias consideraciones sobre el estado del país, que exige un inmediato cambio de régimen.
Antes de hablar el señor Melquiades Álvarez, una banda de música toca la Marsellesa.
La presencia del orador es acogida con una inmensa ovación. Los primeros párrafos son de gratitud para sus correligionarios de Avilés, congratulándose del acto que se estaba celebrando. Dice que la política no puede ser obra personal, sino colectiva. Define su actitud y dice que no es ni quiere ser hombre radical. Sobre las aspiraciones del político, añade, están las exigencias del gobernante. En este país donde tantas cosas existen dignas de respeto, hay que alejarse de radicalismos extremados, que siempre son causa de desórdenes. No debeis creer en una república avanzada; los hombres de ideales serios destierran exageraciones, resultado del pseudo progreso de los espíritus enfermos. La república será progresiva en España o no sera. Hay que desear que la república acapare todos los intereses y proteja todas las creencias, sin exceptuar a nadie, ni insultar a nadie. Se han prometido muchas cosas irrealizables, y ahora nos cuesta trabajo decir que lo son. Con tantas exageraciones y radicalismos, se ha alejado a las masas neutras, decidiéndolas en contra de la república. La propaganda de los ideales republicanos debe ser seria, sin exageraciones contra el actual régimen, porque todos los esfuerzos son necesarios para consolidar la república.
Examina el orador la forma en que se debe conquistar la opinión, y sus párrafos brillantisimos son acogidos con grandes aplausos. Habla del estado del país, víctima de una anarquía intolerable. Dice que la monarquía podría salvarse, después de la catástrofe, entregándose en brazos de la democracia, pero faltaron gobernantes que recordaran al rey sus deberes. Examina la cuestión clerical y manifiesta que no hay que confundir el clericalismo con la religión, cuyo poder y grandeza ensalza en párrafos brillantisimos. Combate las manos muertas. Preconiza la necesidad de que se unan todos los elementos avanzados, monárquicos y republicanos, para salvar la independencia de España y la libertad de las conciencias oprimidas. Es preciso que no se sancione el convenio con Roma; pero corremos el peligro que prevalezca por el consentimiento de los liberales. Sólo tres órdenes religiosas pueden aceptarse, a las demás debe aplicárseles la ley común. Los republicanos, prestaremos nuestro concurso al partido liberal, para impedir que el vaticanismo triunfe. Analiza luego la cuestión social. Dice que es necesario desvanecer el equívoco de que los republicanos mantengan relaciones con los elementos obreros avanzados. Combate el anarquismo y ataca rudamente al socialismo. Añade que el partido republicano intervendrá en las cuestiones que se susciten entre patronos y obreros, buscando soluciones de concordia. Termina su discurso insistiendo en sus conceptos gubernamentales.”

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