ENTAMU

El último año del siglo XIX, vio la llegada de mi abuela a la vida, en el humilde y pescador barrio de Sabugo; vio la llegada de mi abuelo, que con su familia mirandina, desembarcó en el puerto de Santander, trasladándose a la Calle Nueva de Avilés. Llegaron a bordo del barco Alfonso XIII, procedentes de Santa Clara (Cuba), él apenas tenía tres años, sus padres no habían ido a hacer la Habana, habían ido de criados de unos señores de Galiana, y regresaron con cuatro reales, con los que abrieron el bar Casa la Rubia.

Cuento todo esto, porque mi abuela, es una de las mayores responsables de mi interés por la historia de nuestra villa; Sus historias sobre cosas acontecidas en la villa, como el hambre que pasaba en los principios del siglo XX, el vampiro de la Magdalena, el bar que poseía mi bisabuela, la fabrica de baldosas de mi abuelo, etc., me hicieron empezar a investigar sobre nuestro pasado. No es que mi abuela fuera una gran contadora de historias, pero recuerdo que a mediados de los años 80, cuando la televisión programaba la serie Raíces, esa serie hizo que empezará a interesarme por mis antepasados, ¿quiénes eran? ¿cómo vivían? ¿de donde procedían?, ahí empezaron las preguntas a mi abuela, de sus respuestas salieron nombres como Gertrudis, Benita, el Sargento “Pates”, Pepe “El Cristo”, etc. Veinte años más tarde, me regalaron un libro: “Avilés Memoria Gráfica”, cientos de fotografías del Avilés de primeros del siglo veinte. En ese momento renació mi interés por nuestro pasado, pero no solamente por mis ancestros. Esas imágenes hicieron que retomará con fuerza la realización de mi árbol genealógico, pero también mi interés por lo que es toda la historia de nuestra, villa milenaria.

martes, 30 de enero de 2018

PELEA DE GALLOS EN AVILES EN 1875

De la revista “Avilés 1900 – 1951” de Manuel Fontanillas:
Una mañana dominical de la primavera del año 1875 afluía la gente, desde la Villa, al campo de caín, típica plazuela del marinero barrio de Sabugo, iba a celebrarse el primer desafío gallístico de nuestro pueblo. En corro, la gente curiosa, se disponía a presenciar, por vez primera la lucha entre gallos “que no eran como los otros”. Garantizaban el orden los guardias libres de servicio del cercano cuartel. Al aparecer los contendientes fue tal el griterío que se armó, que aseguran testigos presenciales del suceso haber visto mas de una cara asustada de frailecico tras los ventanales del vecino Convento de la Merced. Representaba en aquella memorable ocasión, a la Villa, la gallera de Don Javier de Maqua, marques de San Juan de Nieva, con gallos traídos de Méjico, con los cuales venció a “mayores”, a los que, importados de Cuba le opuso don Eustaquio Villamil, defensor de los colores de Sabugo.

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