En “Región” del 4 de
Mayo de 1933:
“En la madrugada de
ayer fue muerto de un tiro por el guardia municipal J. M.M., el joven
marinero Angel López, de veintisiete años, que en unión de otros
compañeros transitaba cantando por las inmediaciones del parque del
muelle.
Este hecho produjo gran
indignación en el vecindario que provocó el cierre de comercios, la
paralización de algunas industrias y una manifestación de protesta.
El sepelio de la víctima produjo algunos incidentes con intervención
de los guardias de asalto y el duelo fue una imponente manifestación
Serían aproximadamente
las dos y media de la madrugada del miercoles cuando varios
individuos pasaban cantando en voz alta por las inmediaciones del
parque del muelle y calle Emile Robin.
Los guardias municipales
de servicio por aquella zona les recriminaron para que no
escandalizasen y se dice que uno de los paisanos fue golpeado por uno
de los agentes con el tolete.
El agredido pidió
auxilio y acudieron tripulantes de algunos vaporcitos pesqueros
amarrados en la ría.
Uno de los marineros que
acudieron al oir las voces de auxilio, llamado Enrique Menéndez,
recriminó a los guardias por haber ejercido la violencia, estimando
que con razones pudo convencer a los jovenes en cuestión para que no
continuaran cantando. Uno de los guardias agredió también a dicho
individuo con el tolete, produciédole contusiones en el brazo
izquierdo y parte externa del antebrazo de las que fue curado en la
Cruz Roja.
También fue lesionado
en la refriega otro individuo llamado Adolfo de contusiones en el
antebrazo derecho. Ambos son marineros y vecinos de Avilés.
El guardia municipal
J.M.M. hizo uso de la pistola y disparó repetidas veces.
Uno de los proyectiles
alcanzó a uno de los jovenes que intervinieron en los hechos llamado
Angel López Fernández de veintisiete años marinero de un vaporcito
pesquero. El proyectil le alcanzó en la espalda y le atravesó
materialmente, quedando el proyectil alojado a flor de piel por el
pecho.
El herido fué conducido
rápidamente a la Cruz Roja donde se le asistió de primera
intención, pasando seguidamente al Hospital en vista de la gravedad
de su estado.
Pocas horas después de
la colisión en la mañana de ayer falleció el Angel a consecuencia
de la herida que le provocó el disparo del guardia.
Se dió la dramática
circunstancia de que cuando el Angel caía herido llegaban su madre y
un hermano que le llevaban la comida y la ropa de faena que usaba a
bordo desarrollándose una escena dolorosa.
Inmediatamente se paso
aviso al juzgado, que tomó declaración a los participantes en el
hecho, ordenando la detención del guardia J.M.M. , autor de los
disparos, y de sus compañeros los agentes Raimundo Gonzalez Saenz y
Manuel García Fernández, que también habían participado en la
reyerta.
Al conocerse los
lamentables sucesos desarrollados en las inmediaciones del parque se
produjo gran indignación principalmente en los barrios de Sabugo y
Los Telares.
En el barrio de Sabugo
habitado por pescadores principalmente, se formó una manifestación
hacia las doce de la mañana, era bastante compacta y marchó hacia
el ayuntamiento para hacer presente su protesta por el sucesoo.
Al llegar al Parche se
situaron frente a las consistoriales, profiriendo gritos en demanda
de justicia. Ante la actitud de los manifestantes salió a uno de los
balcones del ayuntamiento el alcalde señor Arias, prometiendo que se
haría justicia y que por su parte prometía presidir el entierro de
la víctima que tendría lugar por la tarde.
Ante estas promesas la
manifestación se retiró pacificamente sin que por el momento
hubiese mas incidentes.
Poco después circulaba
por la villa un manifiesto de la CNT condenando el hecho, convocando
al pueblo para que se manifestase en el acto de la conducción del
cadaver, e invitando al comercio a que cerrase de tres a cinco de la
tarde, entre cuyas horas se celebraria el sepelio de la víctima,
uniéndose de ese modo a la protesta del vecindario. Por la tarde
circuló también otro manifiesto en que se pedía cordura al
vecindario y que no se excitaran los ánimos. El paro de las faenas
en el puerto de San Juan de Nieva es total.
Por la tarde muchas
industrias paralizaron su trabajo en vista de que los obreros querian
participar en el sepelio de la víctima para hacer ostensible su
protesta. Los comercios cerraron de tres a cinco de la tarde. De
Gijon y Oviedo llegaron fuerzas de asalto para mantener el orden que
se temía pudiera ser perturbado dada la actitud del pueblo.
También llegaron
fuerzas de la benemérita con la misma finalidad.
El sepelio de la víctima
estaba anunciado de cuatro a cuatro y media de la tarde. Los guardias
de asalto se situaron en las inmediacciones del hospital a fin de
impedir que surgiesen desordenes. Al salir el cadaver del deposito el
público pretendió apoderarse del ataud para conducirlo a hombros
hasta el cementerio. Los guardias de asalto se opusieron a este
propósito por entender que vulneraba las ordenanzas municipales, y
como la concurrencia protestara de tal medida, tuvieron que dar una
carga enérgica para despejar las inmediaciones del hospital, Con
este motivo se produjo alguna confusión y menudearon las carreras y
los sustos.
Una vez renacida la
calma el jefe de las fuerzas recomendó al público que fuese una
comisión al ayuntamiento con objeto de pedir autorización al
alcalde para conducir el feretro a hombros. Se destacó una comisión
que fue al ayuntamiento entrevistándose con el alcalde para recabar
aquella autorización. El alcalde les otorgó ese derecho, anunciando
que como garantía para el orden presidiría el duelo acompañado de
otro concejal y del secretario del ayuntamiento.
Seguidamente se procedió
al traslado del cadaver desde el hospital hasta el cementerio de la
Carriona. El feretro fué, como pedía el público conducido a
hombros del compañero del finado. La manifestación de duelo fue
imponentísima y la mayor parte del gentío que participo en ella
llegó hasta el mismo cementerio en cuyo depósito quedó el cadaver
para practicarle hoy la autopsia. Después del sepelio el público se
retiró y no ocurrieron más incidentes.”
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