ENTAMU

El último año del siglo XIX, vio la llegada de mi abuela a la vida, en el humilde y pescador barrio de Sabugo; vio la llegada de mi abuelo, que con su familia mirandina, desembarcó en el puerto de Santander, trasladándose a la Calle Nueva de Avilés. Llegaron a bordo del barco Alfonso XIII, procedentes de Santa Clara (Cuba), él apenas tenía tres años, sus padres no habían ido a hacer la Habana, habían ido de criados de unos señores de Galiana, y regresaron con cuatro reales, con los que abrieron el bar Casa la Rubia.

Cuento todo esto, porque mi abuela, es una de las mayores responsables de mi interés por la historia de nuestra villa; Sus historias sobre cosas acontecidas en la villa, como el hambre que pasaba en los principios del siglo XX, el vampiro de la Magdalena, el bar que poseía mi bisabuela, la fabrica de baldosas de mi abuelo, etc., me hicieron empezar a investigar sobre nuestro pasado. No es que mi abuela fuera una gran contadora de historias, pero recuerdo que a mediados de los años 80, cuando la televisión programaba la serie Raíces, esa serie hizo que empezará a interesarme por mis antepasados, ¿quiénes eran? ¿cómo vivían? ¿de donde procedían?, ahí empezaron las preguntas a mi abuela, de sus respuestas salieron nombres como Gertrudis, Benita, el Sargento “Pates”, Pepe “El Cristo”, etc. Veinte años más tarde, me regalaron un libro: “Avilés Memoria Gráfica”, cientos de fotografías del Avilés de primeros del siglo veinte. En ese momento renació mi interés por nuestro pasado, pero no solamente por mis ancestros. Esas imágenes hicieron que retomará con fuerza la realización de mi árbol genealógico, pero también mi interés por lo que es toda la historia de nuestra, villa milenaria.

domingo, 25 de febrero de 2018

ASPECTOS SOCIALES DE AVILÉS ENTRE LOS SIGLOS XIII Y XV

En el artículo " Avilés entre los siglos XIII y XV, Anatomía de una villa bajomedieval" de Pablo Folgueira Lombardero, dentro de la revista Tiempo y Sociedad.


"Socialmente, la población en el Avilés bajomedieval era muy heterogénea, como corresponde a una villa comercial. Por eso había población perteneciente a minorías religiosas, como los judíos. También las razones comerciales explican la lenta apertura hacia la inmigración de población extranjera, dando lugar a la llegada de personas que llegaban de lugares alejados, como los francos.
A la vez, gracias a la pujanza económica, se formará una importante burguesía marítima, enriquecida principalmente gracias al comercio. Un ejemplo claro de esta burguesía lo tenemos en Gómez Arias, importante comerciante avilesino de esta época. También había una clase baja pesquera, que habitaba en el arrabal de Sabugo.
En esta villa, el poder de la Iglesia, aunque existía por las concesiones regias sobre las rentas del alfolí, era escaso, porque había pocos establecimientos religiosos, pese a la temprana presencia de franciscanos en la villa. Al ser una villa de Realengo, la influencia de la nobleza real tampoco existía, como vemos en el hecho que no había grandes nobles o poderosos terratenientes.
Un importante aspecto dentro de la configuración social de la villa de Avilés lo tenemos en las solidaridades vecinales de carácter parroquial, ejemplo de la función que tenía la feligresía urbana, por ejemplo a la hora de organizarse en concejo para construir y mantener la iglesia, aprovisionar a los capellanes y beneficiados que vivían en ella y en su gestión económica. La villa de Avilés, era una de las pocas villas asturianas de la época que tenía más de una feligresía; concretamente tenía dos, la de San Nicolás (que ya existía a principios del siglo XIII), en la propia villa, y la de Santo Tomás en el arrabal de Sabugo.
La solidaridad vecinal en las feligresías se materializaba mediante la participación de los parroquianos en la provisión de oficios eclesiásticos, beneficiando de este modo la cohesión vecinal de carácter parroquial, porque los cargos solían ir a parar a gentes de la propia villa. En relación con esto, en Avilés conocemos un conflicto sucedido en 1254 entre Diego Iohanniz, maestreescuela de la Iglesia de Oviedo, y los feligreses de Santo Tomás, resuelto por el deán Don Ordoño (ver Los principios de la vieja iglesia de Sabugo)

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