ENTAMU

El último año del siglo XIX, vio la llegada de mi abuela a la vida, en el humilde y pescador barrio de Sabugo; vio la llegada de mi abuelo, que con su familia mirandina, desembarcó en el puerto de Santander, trasladándose a la Calle Nueva de Avilés. Llegaron a bordo del barco Alfonso XIII, procedentes de Santa Clara (Cuba), él apenas tenía tres años, sus padres no habían ido a hacer la Habana, habían ido de criados de unos señores de Galiana, y regresaron con cuatro reales, con los que abrieron el bar Casa la Rubia.

Cuento todo esto, porque mi abuela, es una de las mayores responsables de mi interés por la historia de nuestra villa; Sus historias sobre cosas acontecidas en la villa, como el hambre que pasaba en los principios del siglo XX, el vampiro de la Magdalena, el bar que poseía mi bisabuela, la fabrica de baldosas de mi abuelo, etc., me hicieron empezar a investigar sobre nuestro pasado. No es que mi abuela fuera una gran contadora de historias, pero recuerdo que a mediados de los años 80, cuando la televisión programaba la serie Raíces, esa serie hizo que empezará a interesarme por mis antepasados, ¿quiénes eran? ¿cómo vivían? ¿de donde procedían?, ahí empezaron las preguntas a mi abuela, de sus respuestas salieron nombres como Gertrudis, Benita, el Sargento “Pates”, Pepe “El Cristo”, etc. Veinte años más tarde, me regalaron un libro: “Avilés Memoria Gráfica”, cientos de fotografías del Avilés de primeros del siglo veinte. En ese momento renació mi interés por nuestro pasado, pero no solamente por mis ancestros. Esas imágenes hicieron que retomará con fuerza la realización de mi árbol genealógico, pero también mi interés por lo que es toda la historia de nuestra, villa milenaria.

miércoles, 31 de enero de 2018

INTENTAN TIMAR A UN COMERCIANTE DE AVILES EN 1916

En el ABC:
La policía ha logrado dar caza a una banda de timadores que, usando el procedimiento del entierro, habían establecido sucursales en Coruña, Valencia, Alicante y otras poblaciones.
Un comerciante de Avilés envió a la policía cartas que recibía fechadas en Lisboa, ofreciéndole una fortuna que guardaba en sitio oculto el supuesto banquero Don Jacobo Espinosa, condenado por quiebra fraudulenta.
El agente Sr. Blasco, finguiendose el comerciante de Avilés, llegó ayer a Madrid (adonde le citaba la carta de Lisboa), y con un libro debajo del brazo, señal convenida, se fué a un café de la calle de Hortaleza: a poco llegó un tal Juan Fernández, vecino de la Coruña, y dependiente del banquero.
El asunto quedó resuelto; el finguido comerciante debía entregar en aquel sitio, a las tres y media de la tarde, 7500 pesetas.
A dicha hora estaba en el café, el agente Blasco; en otra mesa su compañero Sr. Adrover, y fuera los de igual cargo, Sres. Saíz y Cruz.
Fernandez , uno de los timadores, se presentó acompañado de Vicente Vidal Tormo, de Valencia,y de Antonio Alemany Peñalver, los compinches.
Cuando Blasco se disponía a entregar la cantidad tiró de revolver en vez de cartera, y lo secundaron Adrover y los otros dos. Los pájaros quedaron detenidos y fueron trasladados a la Dirección General de Seguridad donde cantaron de plano.

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