ENTAMU

El último año del siglo XIX, vio la llegada de mi abuela a la vida, en el humilde y pescador barrio de Sabugo; vio la llegada de mi abuelo, que con su familia mirandina, desembarcó en el puerto de Santander, trasladándose a la Calle Nueva de Avilés. Llegaron a bordo del barco Alfonso XIII, procedentes de Santa Clara (Cuba), él apenas tenía tres años, sus padres no habían ido a hacer la Habana, habían ido de criados de unos señores de Galiana, y regresaron con cuatro reales, con los que abrieron el bar Casa la Rubia.

Cuento todo esto, porque mi abuela, es una de las mayores responsables de mi interés por la historia de nuestra villa; Sus historias sobre cosas acontecidas en la villa, como el hambre que pasaba en los principios del siglo XX, el vampiro de la Magdalena, el bar que poseía mi bisabuela, la fabrica de baldosas de mi abuelo, etc., me hicieron empezar a investigar sobre nuestro pasado. No es que mi abuela fuera una gran contadora de historias, pero recuerdo que a mediados de los años 80, cuando la televisión programaba la serie Raíces, esa serie hizo que empezará a interesarme por mis antepasados, ¿quiénes eran? ¿cómo vivían? ¿de donde procedían?, ahí empezaron las preguntas a mi abuela, de sus respuestas salieron nombres como Gertrudis, Benita, el Sargento “Pates”, Pepe “El Cristo”, etc. Veinte años más tarde, me regalaron un libro: “Avilés Memoria Gráfica”, cientos de fotografías del Avilés de primeros del siglo veinte. En ese momento renació mi interés por nuestro pasado, pero no solamente por mis ancestros. Esas imágenes hicieron que retomará con fuerza la realización de mi árbol genealógico, pero también mi interés por lo que es toda la historia de nuestra, villa milenaria.

viernes, 9 de febrero de 2018

UN PRECURSOR DE LA AVIACIÓN

Posiblemente uno de los personajes más populares del viejo Avilés, haya sido "Cachicuerno", pobre de solemnidad, una mezcla de juglar y romántico precursor de inventos, que desde que se había licenciado del ejercito recorría diariamente las calles de la villa siguiendo el especial itinerario de un plano original que había confeccionado de acuerdo con el santoral; conocía el nombre de todos lo capitalistas de Avilés, y con acuerdo a una lista, con múltiples anotaciones, les hacía visitas para ofrecerles un solo de corneta, homenaje de felicitación el día de su santo. Cachicuerno había sido corneta durante el servicio militar y desde entones utilizaba aquel instrumento musical como medio de vida... Aquel itinerario tenía lugar a diario en un ciclo que duró años y años.
Pero aquel hombre sin más cultura que su propia imaginación y su ingenio, tenía ciertas inquietudes cieníficas, por aquellos años comenzaban a experimentarse los primeros ingenios voladores que apenas lograban sostenerse en el aire el tiempo suficiente para que el audaz piloto diera con sus huesos en el suelo. Cachicuerno se contagió de aquella fiebre que despertó en él un nuevo afán de aventuras aereas: un día cualquiera, despues de una de aquellas dianas de felicitación, se fue hasta el puente de San Martin para realizar el primer experimento volador que registra la historia de Avilés. Se colocó sobre el petril del puente y con los brazos extendidos se lanzó al espacio desde una altura de más de cinco metros. El aterrizaje fue desastroso: el aprendiz de aviador se rompió un brazo y su cuerpo quedó cubierto de magulladuras. Los viejos avilesinos no recuerdan que el popular corneta hubiera realizado ningún otro intento

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