ENTAMU

El último año del siglo XIX, vio la llegada de mi abuela a la vida, en el humilde y pescador barrio de Sabugo; vio la llegada de mi abuelo, que con su familia mirandina, desembarcó en el puerto de Santander, trasladándose a la Calle Nueva de Avilés. Llegaron a bordo del barco Alfonso XIII, procedentes de Santa Clara (Cuba), él apenas tenía tres años, sus padres no habían ido a hacer la Habana, habían ido de criados de unos señores de Galiana, y regresaron con cuatro reales, con los que abrieron el bar Casa la Rubia.

Cuento todo esto, porque mi abuela, es una de las mayores responsables de mi interés por la historia de nuestra villa; Sus historias sobre cosas acontecidas en la villa, como el hambre que pasaba en los principios del siglo XX, el vampiro de la Magdalena, el bar que poseía mi bisabuela, la fabrica de baldosas de mi abuelo, etc., me hicieron empezar a investigar sobre nuestro pasado. No es que mi abuela fuera una gran contadora de historias, pero recuerdo que a mediados de los años 80, cuando la televisión programaba la serie Raíces, esa serie hizo que empezará a interesarme por mis antepasados, ¿quiénes eran? ¿cómo vivían? ¿de donde procedían?, ahí empezaron las preguntas a mi abuela, de sus respuestas salieron nombres como Gertrudis, Benita, el Sargento “Pates”, Pepe “El Cristo”, etc. Veinte años más tarde, me regalaron un libro: “Avilés Memoria Gráfica”, cientos de fotografías del Avilés de primeros del siglo veinte. En ese momento renació mi interés por nuestro pasado, pero no solamente por mis ancestros. Esas imágenes hicieron que retomará con fuerza la realización de mi árbol genealógico, pero también mi interés por lo que es toda la historia de nuestra, villa milenaria.

lunes, 1 de enero de 2018

LA PRIMERA MURALLA DE AVILES

Extraído del artículo “Sobre el Avilés del Fuero” de Enrique Tessier, publicado en la Revista del Bollo:
“...lo relativo a la antigüedad de las murallas avilesinas estableciendo la necesaria distinción entre el primer cerramiento murado y la última muralla que aún es reconocible. Para ello contamos con los siguientes datos:
  • Testimonios arqueológicos
  • Disposición de las plazas públicas
  • Año de concesión del Fuero
Testimonios arqueológicos: Ante la carencia casi total de documentación escrita que pudiera ayudarnos, no nos queda mas remedio que recurrir al método arqueológico cuando prtendemos avanzar en el conocimiento de determinados horizontes históricos que, aún teniéndolos uno delante, se empeñan en permanecer tercamente mudos. En este sentido, quizás haya sido el tema sobre la antigüedad de las murallas de Avilés, una de las cuestiones que, en parte a falta de confirmación tenemos prácticamente resueltas.
  • En primer lugar, y reduciendo al máximo estas argumentaciones, hemos de decir que la presencia de cerámicas a finales del siglo VIII y del siglo IX en determinadas zonas de Avilés, evidencian en principio, la existencia de una agrupación de gentes, cuyos hogares ya gozaban de una determinada organización sobre un pequeño espacio.
  • En segundo lugar, que la procedencia de los testigos cerámicos correspondientes a los siglos citados, se presenta mas concentrada espacialmente cuanto mas antigua datación tenga. Así por ejemplo la del siglo VIII está menos dispersa que la del IX. Circunstancia esta que también parece cumplirse con las procedentes de siglos posteriores, cuanto mas moderna, mayor implantación espacial. Así vemos por ejemplo, que las cerámicas de los siglos XIV y XV se hallán practicamente por todo el espacio urbano del Avilés intramuros, e incluso en sus aledaños exteriores.
  • En tercer lugar, y según prospecciones personales, el área en que fueron halladas las cerámicas del siglo VIII hasta el día de hoy, no rebasa el espacio comprendido entre la antigua casa de Valdecarzana, hoy Archivo Histórico, la Plaza de Carlos Lobo y la Plaza de Camposagrado.
  • En cuarto lugar, las cerámicas del siglo IX no solamente son más abundantes en ese mismo espacio, sino que también se han encontrado en solares de la calle de la Fruta, de la calle del Sol, en el solar de la escuela de cerámica (hoy museo de Aviles), esquina a San Bernardo y plaza de camposagrado, en solares de la plaza de Carlos Lobo y calle de la Ferreria, así como en otro solar de la calle San Bernardo próximo a Camposagrado.
  • En quinto lugar durante las excavaciones arqueológicas que se efectuaron en 1998, en el interior del denominado Palacio de Valdecarzana, se reconocieron diversos suelos fértiles, siendo el más antiguo el datado como del siglo IX ( hay que advertir que tales excavaciones daban para mucho mas, pero inexplicablemente fueron suspendidas). La presencia en este suelo, de un hoyo, perfectamente circular, de unos 0'30 metros de diámetro, que llegaba a penetrar en la roca, que conforma el nivel geológico, remite a la posible existencia de un cierre de madera, tipo empalizada. Además, junto a este hoyo para poste, apareció, en línea con él, una zanja cuya sección presentaba una forma de uve (“V”), así como un resto de muro de piedra, sin conexión alguna con el edificio, a unos dos metros más al sur del alineamiento que conformaban el hoyo y la zanja, y paralelo a estos. Dicho muro, fragmentado de forma regular, como si hubiera sido cortado para poder levantar dicha edificación, presentaba unas dimensiones de unos tres metros de largo por unos 0'60 de grueso. Pues bien, restos similares, y en alineación con los aquí aparecidos, se tienen registrados en el antiguo solar de la casa de los Inclan, en donde se levantó despues la clínica de la Cruz Roja, asi como en el fondo de los solares de la antigua “Voz de Avilés” y casa colindante, ambas en la calle de la Ferrería. En todos los casos, estos testimonios arqueológicos han aparecido junto con abundante materia orgánica vegetal, que, nosotros interpretamos generada por la descomposición de abundante madera.
  • En definitiva creemos que todo nos conduce a la presencia de un primitivo cerramiento perimetral y sensiblemente circular, a base de postes de madera material por entonces el más abundante y el más a mano que desde finales del siglo VIII a mediados del siglo IX, encerraría defensivamente, el poco caserío que pudiera existir en tan reducido espacio.
    …”

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