Extraído del artículo
“Sobre el Avilés del Fuero” de Enrique Tessier, publicado en la
Revista del Bollo:
“...lo relativo a la
antigüedad de las murallas avilesinas estableciendo la necesaria
distinción entre el primer cerramiento murado y la última muralla
que aún es reconocible. Para ello contamos con los siguientes datos:
Testimonios
arqueológicos
Disposición de las
plazas públicas
Año de concesión
del Fuero
Testimonios
arqueológicos: Ante la carencia casi total de documentación escrita
que pudiera ayudarnos, no nos queda mas remedio que recurrir al
método arqueológico cuando prtendemos avanzar en el conocimiento de
determinados horizontes históricos que, aún teniéndolos uno
delante, se empeñan en permanecer tercamente mudos. En este sentido,
quizás haya sido el tema sobre la antigüedad de las murallas de
Avilés, una de las cuestiones que, en parte a falta de confirmación
tenemos prácticamente resueltas.
En primer lugar, y
reduciendo al máximo estas argumentaciones, hemos de decir que la
presencia de cerámicas a finales del siglo VIII y del siglo IX en
determinadas zonas de Avilés, evidencian en principio, la
existencia de una agrupación de gentes, cuyos hogares ya gozaban de
una determinada organización sobre un pequeño espacio.
En segundo lugar,
que la procedencia de los testigos cerámicos correspondientes a los
siglos citados, se presenta mas concentrada espacialmente cuanto mas
antigua datación tenga. Así por ejemplo la del siglo VIII está
menos dispersa que la del IX. Circunstancia esta que también parece
cumplirse con las procedentes de siglos posteriores, cuanto mas
moderna, mayor implantación espacial. Así vemos por ejemplo, que
las cerámicas de los siglos XIV y XV se hallán practicamente por
todo el espacio urbano del Avilés intramuros, e incluso en sus
aledaños exteriores.
En tercer lugar, y
según prospecciones personales, el área en que fueron halladas las
cerámicas del siglo VIII hasta el día de hoy, no rebasa el espacio
comprendido entre la antigua casa de Valdecarzana, hoy Archivo
Histórico, la Plaza de Carlos Lobo y la Plaza de Camposagrado.
En cuarto lugar, las
cerámicas del siglo IX no solamente son más abundantes en ese
mismo espacio, sino que también se han encontrado en solares de la
calle de la Fruta, de la calle del Sol, en el solar de la escuela de
cerámica (hoy museo de Aviles), esquina a San Bernardo y plaza de
camposagrado, en solares de la plaza de Carlos Lobo y calle de la
Ferreria, así como en otro solar de la calle San Bernardo próximo
a Camposagrado.
En quinto lugar
durante las excavaciones arqueológicas que se efectuaron en 1998,
en el interior del denominado Palacio de Valdecarzana, se
reconocieron diversos suelos fértiles, siendo el más antiguo el
datado como del siglo IX ( hay que advertir que tales excavaciones
daban para mucho mas, pero inexplicablemente fueron suspendidas). La
presencia en este suelo, de un hoyo, perfectamente circular, de unos
0'30 metros de diámetro, que llegaba a penetrar en la roca, que
conforma el nivel geológico, remite a la posible existencia de un
cierre de madera, tipo empalizada. Además, junto a este hoyo para
poste, apareció, en línea con él, una zanja cuya sección
presentaba una forma de uve (“V”), así como un resto de muro de
piedra, sin conexión alguna con el edificio, a unos dos metros más
al sur del alineamiento que conformaban el hoyo y la zanja, y
paralelo a estos. Dicho muro, fragmentado de forma regular, como si
hubiera sido cortado para poder levantar dicha edificación,
presentaba unas dimensiones de unos tres metros de largo por unos
0'60 de grueso. Pues bien, restos similares, y en alineación con
los aquí aparecidos, se tienen registrados en el antiguo solar de
la casa de los Inclan, en donde se levantó despues la clínica de
la Cruz Roja, asi como en el fondo de los solares de la antigua “Voz
de Avilés” y casa colindante, ambas en la calle de la Ferrería.
En todos los casos, estos testimonios arqueológicos han aparecido
junto con abundante materia orgánica vegetal, que, nosotros
interpretamos generada por la descomposición de abundante madera.
En definitiva
creemos que todo nos conduce a la presencia de un primitivo
cerramiento perimetral y sensiblemente circular, a base de postes de
madera material por entonces el más abundante y el más a mano que
desde finales del siglo VIII a mediados del siglo IX, encerraría
defensivamente, el poco caserío que pudiera existir en tan reducido
espacio.
…”
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