ENTAMU

El último año del siglo XIX, vio la llegada de mi abuela a la vida, en el humilde y pescador barrio de Sabugo; vio la llegada de mi abuelo, que con su familia mirandina, desembarcó en el puerto de Santander, trasladándose a la Calle Nueva de Avilés. Llegaron a bordo del barco Alfonso XIII, procedentes de Santa Clara (Cuba), él apenas tenía tres años, sus padres no habían ido a hacer la Habana, habían ido de criados de unos señores de Galiana, y regresaron con cuatro reales, con los que abrieron el bar Casa la Rubia.

Cuento todo esto, porque mi abuela, es una de las mayores responsables de mi interés por la historia de nuestra villa; Sus historias sobre cosas acontecidas en la villa, como el hambre que pasaba en los principios del siglo XX, el vampiro de la Magdalena, el bar que poseía mi bisabuela, la fabrica de baldosas de mi abuelo, etc., me hicieron empezar a investigar sobre nuestro pasado. No es que mi abuela fuera una gran contadora de historias, pero recuerdo que a mediados de los años 80, cuando la televisión programaba la serie Raíces, esa serie hizo que empezará a interesarme por mis antepasados, ¿quiénes eran? ¿cómo vivían? ¿de donde procedían?, ahí empezaron las preguntas a mi abuela, de sus respuestas salieron nombres como Gertrudis, Benita, el Sargento “Pates”, Pepe “El Cristo”, etc. Veinte años más tarde, me regalaron un libro: “Avilés Memoria Gráfica”, cientos de fotografías del Avilés de primeros del siglo veinte. En ese momento renació mi interés por nuestro pasado, pero no solamente por mis ancestros. Esas imágenes hicieron que retomará con fuerza la realización de mi árbol genealógico, pero también mi interés por lo que es toda la historia de nuestra, villa milenaria.

lunes, 1 de enero de 2018

EL TURNO DE LA MUERTE

Artículo de Elisa Campo en “La Nueva España” del 9 de Mayo del 2008

Fueron a trabajar como cada día a la Fábrica de Ácidos de San Juan de Nieva y nunca regresaron a casa. El turno de mañana, formado por 17 trabajadores, fue víctima de la represión posbélica y sus familiares esperaron en vano verlos entrar por la puerta de su domicilio. Este episodio, uno de tantos que regaron de sangre la comarca avilesina, sale ahora a la luz, gracias al libro «El Castrillón de la II República y de la guerra civil», que se presentará en los próximos días. Se trata de un trabajo realizado por Pablo Martínez y Rubén Chimeno, que recibieron en 2004 la beca de investigación de Castrillón y que concluyeron el estudio el año pasado.
El dramático suceso comenzó el 4 de febrero de 1937, día en que un destacado falangista de la comarca avilesina descubrió que en la Fábrica de Ácidos de San Juan de Nieva, que dependía de la Real Compañía Asturiana de Minas, se escondían dos fugados comunistas. Allí parte de la plantilla los mantenía ocultos y les proporcionaba sustento. Se produjo una redada, con la participación de falangistas, autoridades y Guardia Civil, con un resultado funesto, ya que uno de los fugados sacó una pistola y mató a uno de sus perseguidores; otro quedó malherido.
En revancha, todos los trabajadores de la fábrica, sin que se tuviera en cuenta su implicación en los hechos, fueron conducidos a la Quinta de Pedregal. Según cuenta Pablo Martínez, a algunos de los obreros los fueron incluso a buscar a casa. El resto del relato tiene sonido de fusil, ya que después fueron llevados a descampados para acabar con su vida. Verdicio, La Lloba y el Pinar de Salinas son los lugares en los que, con mayor probabilidad, se enterraron sus cuerpos. La cifra de la que hablan los autores en su estudio es de 17 desaparecidos; de 14 de ellos tienen las identidades.
Pudieron, incluso, contactar con el hijo de uno de los protagonistas de aquella jornada trágica. María Ángeles Ovies, nieta de uno de los fusilados, publicó recientemente un libro de poesía rememorando estos hechos. Y Pablo Martínez y Rubén Chimeno entablaron también contacto con la hermana de otro de los fallecidos, residente en Barcelona.
Rastrear este episodio de la Fábrica de Ácidos no resultó fácil para los investigadores, que pasaron muchas horas buscando en los archivos civiles y enriquecieron después los datos con las fuentes orales de familiares de las víctimas. Además, contaron con el apoyo de la asociación Todos los Nombres.
«Estos episodios de represión irregular fueron muy frecuentes entre el 21 de octubre de 1937 y principios de 1939», cuenta Pablo Martínez. El cometido de estas acciones era «atemorizar y asesinar a la población». La represión fue, afirma el investigador, «brutal», y eso explica la reticencia de muchas personas de contar, todavía hoy, lo que vivieron entonces.
El libro «El Castrillón de la II República y de la guerra civil» no se centra únicamente en estas cuestiones, sino que aborda desde la perspectiva histórica los asuntos más importantes del período: economía, sociedad, turismo, educación, relaciones entre la Iglesia y el Ayuntamiento, cómo se vivió la guerra civil y, finalmente, la represión, tanto la republicana (que siega la vida de medio centenar de personas) como la de los vencedores de la contienda, que arroja la cifra de 70 desaparecidos y más de 70 condenados a muerte en un total de 150 juicios sumarísimos. A los 17 trabajadores del turno de mañana de la Fábrica de Ácidos de San Juan se les negó hasta la oportunidad de un juicio.

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