Extraído
de “Avilés 1900-1951” de Manuel Fontanillas. Año 1951
Asturias, con su hermana gemela, la siempre sugerente
Galicia, tiene un alma y un alto sentido musical, como
corresponde a unas regiones en que la belleza fue cautivada en su
paisaje vario que va, desde la montaña al valle, y desde aquí
desciende hasta la cinta doblada de quiebros de sus ríos para
enlazar con la majestuosa grandeza del mar, cuyas ramificaciones dan
como producto una serie de rias, en las que riman perfectamente esas
canciones, tesoro fabuloso de un folklore que si agrada al indígena,
subyuga y apasiona al forastero por su variedad de matices,
reflejos esplendidos del paisaje y de la orografía peculiares de
estas dos regiones en cuya creación puso Dios lo mejor de su mano
maestra.
De esa pasión por el canto y la música es, sin duda, una de las más
destacadas, nuestra villa, en la que, al nacer el actual siglo,
cuyo promedio historiamos en esta publicación, contaba con
dos magníficos orfeones, temidos adversarios en cuantos certámenes
se celebraban por aquella época en las principales poblaciones
asturianas. Dos masas corales, cuya rivalidad artística tenía
partidarios acérrimos entre los avilesinos, defensores entusiastas y
decididos unos, de los de la boina roja (La Coral) y otros de la
boina azul (La Musical), radicados por aquel entonces, la primera en
la Calle la Cámara, en un bajo de las llamadas Casas de San Miguel,
y la otra, en los bajos del edificio que en la actualidad ocupa la
Junta de Obras del Puerto en la Calle Marques del Pinar del Río
(Palacio de Valdecarzana).
El año 1904, un grupo de aficionados al arte coral, constituyen el
primer Orfeón, que tuvo su sede en la calle Suárez Inclan, pero
desavenencias surgidas entre los componentes de la entidad, fuerzan a
un considerable número de aquellos a constituirse en
organismo aparte, naciendo entonces la Coral Avilesina,
iniciándose así esa noble rivalidad a que hacemos alusión más
arriba, entre esta, y la Asociación Musical Obrera, como en su
principio se llamó la primitiva masa coral de Avilés. Esta,
tuvo como directores a Don Jesús Muñiz y Don Juan Ibarra. Poco
después Don Enrique del Valle dirigió la Coral Avilesina,
siendo sustituido luego por Don Román Hevia, hasta la
desaparición de esta entidad el año 1915, según acuerdo adoptado
en junta general celebrada el día 10 de enero, siendo presidente Don
Juan Álvarez Casariego, y secretario Don David González. La primera
directiva, designada el 14 de diciembre del mencionado año 1904,
estaba compuesta, por los siguientes señores: Presidente, Don
Raimundo Menéndez, al que siete días después sustituye Don
Leoncio Blanco Pérez; Tesorero, Don Pompeyo Ovies;
Secretario, Don Enrique Fernández; Contador, Don Antonio María
Núñez; Vocales, Don Nicanor Roza, Don Aníbal López Olamendi y Don
Emilio Menéndez; Recaudador, Don Ignacio Olamendi. La
actividad de esta directiva y el entusiasmo de los
orfeonistas, hacen que la Coral entre seguidamente en una
fase laboriosa, dedicándose sin más tregua que la exigida
por los quehaceres profesionales de cada uno de los
componentes, a los ensayos de las obras corales en boga en aquella
época, tales como “El adiós del recluta”, “Los hebreos
cautivos”, “El roble y la caña”… Y así un día y otro, en
espera de ocasión propicia para contrastar en alguno de los muchos
certámenes que entonces se prodigaban, el valer de aquel conjunto
artístico digno rival de la “Musical”, “El Orfeón
Asturiano de Gijón” y “El Orfeón Ovetense” con los que
alterna en Gijón el año 1906 en unión de las masas corales de
Mieres y Langreo, y en cuyo certamen la Coral se adjudica el primer
premio de interpretación, el premio consistía en medalla de plata y
1000 pesetas en metálico.
A partir de este premio tan honroso, los elementos de la Coral,
fuerzan, si cabe, su entusiasmo y su afición, hasta el extremo de
capacitarles para actuar en Madrid, en cuyo Teatro de la Princesa dan
un soberbio concierto la noche del 4 de Abril de 1906 poniendo en
escena el boceto de costumbres asturianas “La Esfoyeta”, letra
de Marcos del Torniello con ilustraciones de música popular
e interpretado por el cuadro escénico del Orfeón, en el que
figuraban María Cabo, Rosita Méndez, Pascuaza Fernández, América
Rodríguez, Delfina Robes, Cesar Blanco, Ignacio Fernández, Jesús
Martínez, Cesáreo Solares y Julio Vega, acaudillados por el
director de escena Don Leoncio Blanco Pérez. Como nota curiosa,
hemos de registrar el hecho de que el propio Marcos del Torniello
hubo de interpretar uno de los personajes de “La Esfoyeta”,
sustituyendo a uno de los actores que se había puesto
enfermo.
Si el triunfo de la “Coral” fue rotundo, no lo fue menos el
conseguido por el pianista Benjamín Orbón y el tenor Don Ángel
Álvarez, aclamados por el auditorio que llenaba por completo las
localidades del popular coliseo madrileño, en el que hizo acto de
presencia la Infanta Doña Isabel de Borbón, quien llamó a su palco
al presidente del Orfeón, Don Julián Orbón, para felicitarle por
el éxito del grandioso recital, éxito repetido al día
siguiente en el concierto dado en el Centro Asturiano de la
Capital de España. Este mismo día, “La Coral”,
acompañada de su directiva y relevantes personalidades
asturianas radicadas en Madrid, visita en son de despedida, en su
palacio, a la Infanta Doña Isabel. La augusta y simpática dama
colmó, en esta nueva ocasión, de atenciones, la embajada artística
de nuestra villa.
Ni que decir tiene, que la prensa madrileña, sin excepción de
matices, se volcó como suele decirse, para dedicar a nuestro Orfeón
los elogios más encendidos, así como al poeta Marcos del Torniello,
al pianista Don Benjamín Orbón y tenor Don Ángel Álvarez.
Con motivo de esta excursión, que económicamente produjo
al Orfeón un déficit de casi 5000 pesetas, su presidente
honorario, don Ramón López, regalo una magnífica bandera. Don
Ramón, copropietario entonces con su hermano Don Emilio, del
Café Colón, que aún subsiste en la principalísima calle
Marques de Teverga, adelantó de su peculio el importe de
ese déficit a que hacemos referencia.
El mismo año 1906, la Coral participa en el Certamen de Orfeones
verificado en Oviedo durante la fiesta de San Mateo. Esta vez la Masa
Coral Avilesina consigue el segundo premio cantando “La Caza del
Corsario”.
La Coral está en aquella época pletórica de entusiasmo, la
actividad de orfeonistas y directivos es enorme. Se ensaya mucho
y bien, y sus actuaciones, tanto en Avilés, como en las
principales poblaciones de la provincia, son frecuentes y coronadas
siempre por el éxito. Se crea una rondalla cuyo primer director
fue el siempre bien recordado Sergio Blanco y así, dentro
de un ambiente artístico, que tiene también mucho de
educador, auella prestigiosa entidad continúa una dilatada
estela de triunfos, hasta el ya citado día 10 de Enero de 1915, en
que, bajo la presidencia de Juan Álvarez Casariego, y en vista de no
haberse podido constituir nueva junta directiva, se acuerda, en junta
general, ir a la disolución de la inolvidable entidad que tantos
días de satisfacción había dado a su pueblo.
En sus once años de vida, tuvo la Coral dos directores: Don Enrique
del Valle desde su fundación hasta abril de 1911, y Don Román
Hevia y Menéndez Sierra, desde dicha fecha hasta la
desaparición del Orfeón. Fueron sus presidentes, por este
orden, los señores Don Raimundo Menéndez, Don Leoncio Blanco
Pérez, Don Celestino Fernández, Don Julián Orbón, Don Juan G.
Robés, Don Eduardo Hidalgo, al que sucede por segunda vez
el señor Don G. Robés, Don Cleómenes F. Figuerola, Don
Ignacio Suárez Bernardo y Don Juan Álvarez Casariego. Su
presidente honorario, ya lo hemos dicho anteriormente, fue
Don Ramón López, y, por méritos contraídos, merecieron ser
designados socios de honor la señorita María Antonia Blanco Gendín,
el esclarecido novelista e hijo adoptivo de Avilés, Don Armando
Palacio Valdés, el diputado a Cortes por esta circunscripción, Don
Julián García San Miguel, el compositor Don Heliodoro González,
don Florentino Álvarez Mesa y Arroyo, popular alcalde de nuestra
villa, Don José Benigno García (Marcos del Torniello), el
catedrático ovetense Don Rogelio Jove y Bravo, el exquisito
cantante avilesino Don Ángel Álvarez González, y el saladísimo
escritor festivo y comediógrafo mierense Don Vital Aza.
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