ENTAMU

El último año del siglo XIX, vio la llegada de mi abuela a la vida, en el humilde y pescador barrio de Sabugo; vio la llegada de mi abuelo, que con su familia mirandina, desembarcó en el puerto de Santander, trasladándose a la Calle Nueva de Avilés. Llegaron a bordo del barco Alfonso XIII, procedentes de Santa Clara (Cuba), él apenas tenía tres años, sus padres no habían ido a hacer la Habana, habían ido de criados de unos señores de Galiana, y regresaron con cuatro reales, con los que abrieron el bar Casa la Rubia.

Cuento todo esto, porque mi abuela, es una de las mayores responsables de mi interés por la historia de nuestra villa; Sus historias sobre cosas acontecidas en la villa, como el hambre que pasaba en los principios del siglo XX, el vampiro de la Magdalena, el bar que poseía mi bisabuela, la fabrica de baldosas de mi abuelo, etc., me hicieron empezar a investigar sobre nuestro pasado. No es que mi abuela fuera una gran contadora de historias, pero recuerdo que a mediados de los años 80, cuando la televisión programaba la serie Raíces, esa serie hizo que empezará a interesarme por mis antepasados, ¿quiénes eran? ¿cómo vivían? ¿de donde procedían?, ahí empezaron las preguntas a mi abuela, de sus respuestas salieron nombres como Gertrudis, Benita, el Sargento “Pates”, Pepe “El Cristo”, etc. Veinte años más tarde, me regalaron un libro: “Avilés Memoria Gráfica”, cientos de fotografías del Avilés de primeros del siglo veinte. En ese momento renació mi interés por nuestro pasado, pero no solamente por mis ancestros. Esas imágenes hicieron que retomará con fuerza la realización de mi árbol genealógico, pero también mi interés por lo que es toda la historia de nuestra, villa milenaria.

lunes, 8 de enero de 2018

EL FOSO PARA FUNDIR CAMPANAS DE LA IGLESIA DE SAN FRANCISCO

Extraído de larevista "Nailos" de Enero del 2014:

 
Entre los años 1959 y 1961 se agregó un nuevo cuerpo a los pies del templo, demoliéndose el inmafronte original. (Garralda García 1970:138-142, 2007:81 y ss.). Este nuevo antecuerpo occidental consta de una cripta, que acaba de ser ampliada mediante la incorporación del subsuelo de los dos tramos más occidentales de la nave medieval. Esta actuación estuvo precedida por la excavación arqueológica de la superficie afectada por la obra, la cual fue llevada a cabo bajo nuestra dirección entre los meses de agosto y noviembre de 2012. Esta intervención se realizó a instancias del Servicio de Patrimonio Cultural del Principado de Asturias, constituyendo la primera actuación arqueológica llevada a cabo en el solar del Convento de San Francisco.

La ampliación de la cripta suma 53m , si bien la superficie abarcada por la excavación arqueológica fue algo superior, alcanzando 60m aquella en la que se profundizó hasta el nivel del substrato rocoso (Figura 1). El registro cronoestratigráfico excavado correspondió mayoritariamente a los niveles de ocupación funeraria de épocas Bajomedieval y Moderna. Concretamente exhumamos los restos de 266 enterramientos, que abarcaban grosso modo un arco cronológico comprendido entre el último tercio del siglo XV y la primera mitad del XVIII (Ríos González e.p.).

Los restos del foso de fundición de campanas salieron a la luz debajo de los enterramientos más antiguos, en la zona central del área a ocupar por la ampliación de la cripta (Figura 2). Su planta estaba definida por dos cubetas circulares, de aproximadamente 2m de diámetro, unidas en un plano ligeramente secante y alineadas perpendicularmente con respecto al eje mayor de la iglesia (Figuras 3 y 4). Su excavación fue realizada sobre el substrato geológico de areniscas y margas yesíferas del Triásico (IGME:1973). El alzado máximo conservado apenas alcanzaba 50cm, una mínima parte de la altura que debió de poseer originariamente. Ello se debe en buena parte a su destrucción intencionada tras la finalización del proceso de moldado, pero también a la continuada alteración generada sobre el registro sedimentario por el secular uso de la zona como camposanto. Consecuentemente, no se conservaron restos del paleosuelo vinculado al uso del foso, ni tampoco del horno en el que se fundió el bronce.

El segmento meridional del perímetro de la cubeta S, que era pisado ligeramente por la zapata de una de las pilastras que soportan el coro alto, estaba orlado por cinco pequeñas fosas subcirculares. Por su parte en la zona central era visible una especie de base, singularizada por estar conformada por una tierra diferente a la del substrato litológico, caracterizada por su porosidad y tonalidad grisácea.

La cubeta meridional mostraba evidentes efectos de una exposición a altas temperaturas. Su perímetro se rodeaba de un anillo en el que las margas del substrato estaban rubefactadas, presentando un intenso color rojo. Su superficie interior estaba además completamente endurecida e incluso vitrificada en algunas zonas, incluidas las cinco pequeñas fosas subcirculares del borde meridional. Este fenómeno se relaciona con la existencia de cantos silíceos en asociación con las margas del substrato; a los que se suma el contenido de manganeso, causante de que las superficies vitrificadas adquirieran una tonalidad averdosada.

Por su parte la cubeta septentrional carecía de señales de rubefacción o de otros indicios de haber estado sometida a la acción del fuego, al margen del fino lecho de cenizas que recubría su fondo y sobre el que abundaremos más adelante. Consecuentemente, la identificamos como una fosa de carácter auxiliar, destinada a facilitar el acceso a la cubeta sur, además de facilitar el tiro del fuego que se utilizó para calentar el molde.

La parte conservada de ambas cubetas estaba rellena con los aportes genera- dos por la propia actividad de fundido y la subsiguiente destrucción del molde y fosa. Concretamente se pudieron individualizar dos depósitos, cuyas características son las siguientes:

• Depósito de relleno de coloración rojiza compuesto de arcilla rubefactada.
Colmataba el tramo superior de la parte conservada de las dos cubetas y sobre él se excavaron las fosas asociadas a cuatro enterramientos (E266, E246, E247 y E248).
• Localizado debajo del anterior y formado por aportes generados por la destrucción del molde y las paredes de la fosa. Compuesto básicamente por arcilla, piedra caliza disgregada - que daba a la matriz un tono gris blanquecino - y terrones margosos rubefactados y vitrificados. En asociación con este nivel se recuperaron también restos de cobre de tamaño reducido.

Debajo del segundo de los rellenos descritos, y sobre la fase de ambas fosas, excavamos un lecho de cenizas. Su grosor era ligeramente superior en la cubeta septentrional y presentaba la peculiaridad de estar asociado a una presencia abundante de conchas de moluscos muy fragmentadas. En asociación a este estrato recuperamos una punta formada por una lámina de cobre doblada. Recogimos asimismo varias muestras de carbones, de las que dos de ellas proporcionaron dataciones radiocarbónicas prácticamente coincidentes, resultando perfectamente coherentes con la fecha de fundación del convento.


Conclusión:

El foso de fundición de campanas localizado en Avilés presenta algunas peculiaridades que lo singularizan frente a la mayor parte de las instalaciones de este tipo que han podido ser estudiadas arqueológicamente en la Península Ibérica. Este hecho quizá pueda relacionarse con una cronología relativamente temprana, en torno al año 1270, que resulta anterior en al menos dos siglos a la de los fosos que se ajustan con cierta precisión al proceso de elaboración que ha llegado hasta nuestros días a través de la tradición transmitida por los artesanos campaneros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario