ENTAMU

El último año del siglo XIX, vio la llegada de mi abuela a la vida, en el humilde y pescador barrio de Sabugo; vio la llegada de mi abuelo, que con su familia mirandina, desembarcó en el puerto de Santander, trasladándose a la Calle Nueva de Avilés. Llegaron a bordo del barco Alfonso XIII, procedentes de Santa Clara (Cuba), él apenas tenía tres años, sus padres no habían ido a hacer la Habana, habían ido de criados de unos señores de Galiana, y regresaron con cuatro reales, con los que abrieron el bar Casa la Rubia.

Cuento todo esto, porque mi abuela, es una de las mayores responsables de mi interés por la historia de nuestra villa; Sus historias sobre cosas acontecidas en la villa, como el hambre que pasaba en los principios del siglo XX, el vampiro de la Magdalena, el bar que poseía mi bisabuela, la fabrica de baldosas de mi abuelo, etc., me hicieron empezar a investigar sobre nuestro pasado. No es que mi abuela fuera una gran contadora de historias, pero recuerdo que a mediados de los años 80, cuando la televisión programaba la serie Raíces, esa serie hizo que empezará a interesarme por mis antepasados, ¿quiénes eran? ¿cómo vivían? ¿de donde procedían?, ahí empezaron las preguntas a mi abuela, de sus respuestas salieron nombres como Gertrudis, Benita, el Sargento “Pates”, Pepe “El Cristo”, etc. Veinte años más tarde, me regalaron un libro: “Avilés Memoria Gráfica”, cientos de fotografías del Avilés de primeros del siglo veinte. En ese momento renació mi interés por nuestro pasado, pero no solamente por mis ancestros. Esas imágenes hicieron que retomará con fuerza la realización de mi árbol genealógico, pero también mi interés por lo que es toda la historia de nuestra, villa milenaria.

martes, 9 de enero de 2018

PETICION AL MOVIMIENTO OBRERO POR PARTE DE LA ASOCIACION AVILESINA DE CARIDAD, PARA QUE COLABOREN CON ELLA -1911 -

El poco caso, la poca consideración que a los obreros merece nuestra obra, me obligan aquí a hacer un poco de historia. Cuando se constituyo la Asociación Avilesina de la Caridad, se mandaron invitaciones y se tuvieron las mismas consideraciones sin hacer ni una sola excepción, a las sociedades obreras que a las patronales; y ¿Cómo no, si lo que aquí se quiere es la unión; si lo que aquí se persigue es extender el amor universal; si lo que aquí se pretende es llevar la felicidad a todas partes, como íbamos a excluir a nadie? Al primer consejo asistió un representante del Centro Obrero, luego dejó de asistir, después ya ni se ocuparon al parecer de aquella, y esto es doblemente doloroso, no para la Ejecutiva, porque nosotros ya teníamos descontado esto, y sabemos que sólo disgustos y sinsabores pueden producirnos, sino por un lado para los protectores (y conste que aquí reflejo el sentir de algunos), que ven, que mientras ellos cumplen con sus deberes, los verdaderos y más interesados ni se preocupan; y es también doloroso para los verdaderos necesitados, porque los obreros podrían ilustrarnos de muchas necesidades reales o ficticias y hacer así verdaderos beneficios a ellos mismos y a los pobres.                 

  Para que estas asociaciones puedan llegar a la altura necesaria para la consecución de todos sus fines, necesitan de la cooperación decidida y desinteresada de todos, pobres y ricos; necesitan lo mismo del dinero del poderoso que del consejo y la observación, del que no puede dar otra cosa.                  

 Para que esta Asociación pueda con amplitud llenar sus fines, necesita ser obra de todos; tan bien recibido es en ella el duro del que puede como los cinco céntimos del obrero; el ideal en la recaudación sería que todos diésemos en la medida de nuestras fuerzas, el que tiene mucho, mucho, y el obrero cuando trabajase, que dejase, uno, dos o medio, y de ese modo hacer una Asociación general formada por el superfluo de todos, propiedad de todos, si así lo hiciésemos , ya veríamos como cambiaba de aspecto y como se acababa ese rubor, que, sin razón ni fundamento, produce a algunos solicitar sus auxilios.                  

Que el obrero tiene aquí un deber que cumplir para consigo mismo y para con los indigentes, es indudable, y mucho más el obrero asociado, puesto que esa igualdad y la fraternidad que el anhela es lo que nosotros perseguimos.                

  ¿La Asociación Avilesina de la Caridad da de comer al hambriento? Pues lima diferencias sociales.                 

  ¿La Asociación Avilesina de la Caridad no recoge a los niños pobres para alimentarles y educarles, afín de hacerles útiles a si mismos y al sociedad? Pues lima también diferencias sociales.                  

¿La Asociación Avilesina de Caridad, por último, no educa al analfabeto, da habitación al desvalido, viste al desnudo y calza al descalzo? Pues lima igualmente desigualdades sociales y esparce la felicidad, contribuyendo así por medios pacíficos, por procedimientos, no por más piadosos, menos prácticos a realizar una indigencia y concluyendo o combatiendo el pauperismo como no es fácil hacerlo mejor.                 

 No olviden, pues, esto los obreros y vengan aquí; acuérdense que Grotius les dice que “el objeto de la sociedad es el bien se sus miembros” y Bossuet que “la sociedad está obligada a hacer feliz a todos la vida,” y cumplan con estos deberes, y sobre todo, fíjense en las “Bases de la Republique des Egaux” y vean que lo que dicen en su articulo Iº, es lo que aquí se practica “El objeto de la revolución es destruir la desigualdad y establecer la felicidad común”.               

 ¡Que mejor medio de conseguirlo que este! ¿Qué mejor revolución que la que nosotros perseguimos? ¿Puede haber otra mayor ni mejor que concluir con el hambre y la miseria en un distrito?

Extraído de la Memoria de a Asociación Avilesina de Caridad, leída por el secretario general en el consejo celebrado el nueve de febrero de 1911.

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