El Diario de Avilés no era, obviamente, un diario de empresa, sino del Partido Liberal de Avilés, y su tirada no alcanzaba más que unos pocos centenares de ejemplares. Carecía de corresponsales no ya en Cuba y en las principales capitales de provincia españolas, sino también en las ciudades de la propia región, razón por la cual se limitaba a reproducir noticias de agencias, artículos publicados en diarios regionales o nacionales y cartas remitidas por avilesinos residentes en Madrid o en Cuba. Sin embargo, la vinculación de los intereses económicos de la burguesía comercial avilesina con Cuba, le llevó a sostener una postura claramente españolista en la isla y a oponerse a cualquier reforma que modificase el statu quo vigente. Así, justificó el envío de tropas a la isla y la represión apelando al honor nacional y a la defensa de la gloria española imperial en nombre de Dios y de la patria y participó en la divulgación de epítetos descalificantes dirigidos a los insurrectos ("taifa de incendiarios", "gavilla de filibusteros", "felones, ingratos, traidores") y a los norteamericanos ("bandidos sedientos de sangre y dinero", "avaros mercaderes", etc.).
Esta exaltación patriótica fue compartida, no obstante, con una constante preocupación por el quebranto económico que la prolongación del conflicto causaba en sus negocios antillanos. Por ello, en el diario avilesino observamos una oscilación entre la defensa de la solución militar y la conveniencia de recurrir a una salida negociada que podría llegar incluso a la autonomía con tal de que el conflicto terminase y sus intereses económicos no se viesen perjudicados. De todas formas, en los momentos de mayor euforia patriótica, El Diario de Avilés unió su voz a la intransigencia que sólo cedía paso cuando aquélla se disipaba.
Entre los momentos de mayor exaltación patriótica podemos recordar los meses de marzo y abril de 1896 y de 1898. En el primer año la sugerencia de las Cámaras norteamericanas al presidente de EEUU de reconocer la beligerancia a los insurrectos cubanos dio pasa a la constitución de Juntas de Defensa de Cuba en varias localidades asturianas, Avilés entre ellas, que respondieron a la iniciativa del Obispo de Oviedo y que contaron con el apoyo entusiasta del diario avilesino, el cual contribuyó en la difusión de ideas tales como la superioridad española sobre los norteamericanos apelando a cuestiones meramente subjetivas tales como el sentimiento moral y patriótico; la pluma del periodista local con intereses familiares en Cuba, Julián Orbón, exégeta de la bondad de la colonización española, se puso a su servicio. Sin embargo, este entusiasmo, como decíamos anteriormente, remitía cuando se constataba la incapacidad del ejército español para sofocar la rebelión pese a su superioridad numérica.
En el segundo año, tras el paréntesis de 1897 en que el cansancio por la guerra y sus efectos negativos repercuten en la población, el ultimátum presentado por EEUU y la inminencia del conflicto vuelve a traducirse en un repunte de la oleada nacionalista y patriótica que se traduce en la formación de suscripciones para apoyar al Gobierno en la obtención de recursos económicos para hacer frente a la guerra y en la organización de actos religiosos y patrióticos, tales como misas, rogativas y procesiones para pedir a Dios por el triunfo de las armas españoles y manifestaciones de apoyo al ejército. Sin embargo, el pesimismo por la persistencia de un conflicto que estaba destruyendo la economía de la isla reaparece una vez más y vuelve a surgir, en medio de fuertes críticas al Gobierno, la necesidad de conceder la autonomía a Cuba, una vez que es evidente que el proceso es ya inevitable, medida que, en opinión del diario avilesino, de haberse adoptado antes habría evitado la ruinosa guerra separatista.
Al producirse los primeros síntomas del desastre, El Diario de Avilés intenta desmarcarse de las responsabilidades que se atribuyen a la prensa por su papel durante el conflicto precisando que éstas debían recaer sobre la "prensa importante", es decir, la de empresa. Así, tras el desastre de Cavite el diario local la acusa de poner el grito en el cielo y de censurar la labor del Gobierno cuando pocos días antes se burlaba de la escuadra yanqui y de haber buscado tan sólo la obtención de beneficios:
"Si grande es la responsabilidad del Gobierno es mayor la de sus trom petas. La de cierta prensa que busca en impresiones su mejor negocio y lo sacrifica todo al éxito de una buena tirada"
. En alusión a la táctica empleada por la prensa de negocio para mantener el interés del público El Diario de Avilés afirmaba:
"No basta haber vendido bien la edición de hoy. Es preciso preparar la venta de mañana dejando a los beligerantes con las armas levantadas"
. Pero si denuncia esta actitud de la gran prensa es por no haber respetado "la política de guardar silencio convenida por todos como arma de verdadero patriotismo" y de maldecir a "aquél que no diga que marchamos viento en popa ". Al respecto, pocos días después el diario avilesino sostenía lo siguiente:
"Convenimos que esta vez ha sido la primera en que la prensa más im por tante no se ha puesto al servicio de nadie para tergiversar los hechos quitándoles desgraciada importancia .
Se muestra, pues, partidario de persistir en ocultar la realidad al pueblo y de proseguir la lucha contra EEUU esperando inútilmente una acción milagrosa que favoreciese a España, especialmente una intervención europea para frenar el expansionismo norteamericano.
Ese patriotismo del diario avilesino se hace evidente también cuando censura a los promotores de los conflictos sociales derivados de la carestía de los artículos de consumo y pide a la población que acepte la situación como un efecto pasajero de la guerra y que se sacrifique, "como nuestros heroicos soldados", en aras de la guerra. De no ser así, afirmaba, "no se puede ir a la victoria .
Hay, pues, una censura a las clases populares y a la "oposición filibustera" que las dirigía
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