ENTAMU

El último año del siglo XIX, vio la llegada de mi abuela a la vida, en el humilde y pescador barrio de Sabugo; vio la llegada de mi abuelo, que con su familia mirandina, desembarcó en el puerto de Santander, trasladándose a la Calle Nueva de Avilés. Llegaron a bordo del barco Alfonso XIII, procedentes de Santa Clara (Cuba), él apenas tenía tres años, sus padres no habían ido a hacer la Habana, habían ido de criados de unos señores de Galiana, y regresaron con cuatro reales, con los que abrieron el bar Casa la Rubia.

Cuento todo esto, porque mi abuela, es una de las mayores responsables de mi interés por la historia de nuestra villa; Sus historias sobre cosas acontecidas en la villa, como el hambre que pasaba en los principios del siglo XX, el vampiro de la Magdalena, el bar que poseía mi bisabuela, la fabrica de baldosas de mi abuelo, etc., me hicieron empezar a investigar sobre nuestro pasado. No es que mi abuela fuera una gran contadora de historias, pero recuerdo que a mediados de los años 80, cuando la televisión programaba la serie Raíces, esa serie hizo que empezará a interesarme por mis antepasados, ¿quiénes eran? ¿cómo vivían? ¿de donde procedían?, ahí empezaron las preguntas a mi abuela, de sus respuestas salieron nombres como Gertrudis, Benita, el Sargento “Pates”, Pepe “El Cristo”, etc. Veinte años más tarde, me regalaron un libro: “Avilés Memoria Gráfica”, cientos de fotografías del Avilés de primeros del siglo veinte. En ese momento renació mi interés por nuestro pasado, pero no solamente por mis ancestros. Esas imágenes hicieron que retomará con fuerza la realización de mi árbol genealógico, pero también mi interés por lo que es toda la historia de nuestra, villa milenaria.

miércoles, 10 de enero de 2018

EL PERIÓDICO "EL DIARIO DE AVILÉS" ANTE LA GUERRA DE CUBA

El Diario de Avilés no era, obviamente, un diario de empresa, sino del Partido Liberal de Avilés, y su tirada no alcanzaba más que unos pocos cente­nares de ejemplares. Carecía de corresponsales no ya en Cuba y en las princi­pales capitales de provincia españolas, sino también en las ciudades de la pro­pia región, razón por la cual se limitaba a reproducir noticias de agencias, artículos publicados en diarios regionales o nacionales y cartas remitidas por avilesinos residentes en Madrid o en Cuba. Sin embargo, la vinculación de los intereses económicos de la burguesía comercial avilesina con Cuba, le llevó a sostener una postura claramente españolista en la isla y a oponerse a cualquier reforma que modificase el statu quo vigente. Así, justificó el envío de tropas a la isla y la represión apelando al honor nacional y a la defensa de la gloria espa­ñola imperial en nombre de Dios y de la patria y participó en la divulgación de epítetos descalificantes dirigidos a los insurrectos ("taifa de incendiarios", "gavilla de filibusteros", "felones, ingratos, traidores") y a los norteamericanos ("bandidos sedientos de sangre y dinero", "avaros mercaderes", etc.).

 Esta exaltación patriótica fue compartida, no obstante, con una constan­te preocupación por el quebranto económico que la prolongación del conflic­to causaba en sus negocios antillanos. Por ello, en el diario avilesino obser­vamos una oscilación entre la defensa de la solución militar y la conveniencia de recurrir a una salida negociada que podría llegar incluso a la autonomía con tal de que el conflicto terminase y sus intereses económicos no se viesen perjudicados. De todas formas, en los momentos de mayor euforia patriótica, El Diario de Avilés unió su voz a la intransigencia que sólo cedía paso cuan­do aquélla se disipaba.

 Entre los momentos de mayor exaltación patriótica podemos recordar los meses de marzo y abril de 1896 y de 1898. En el primer año la sugerencia de las Cámaras norteamericanas al presidente de EEUU de reconocer la belige­rancia a los insurrectos cubanos dio pasa a la constitución de Juntas de Defensa de Cuba en varias localidades asturianas, Avilés entre ellas, que res­pondieron a la iniciativa del Obispo de Oviedo y que contaron con el apoyo entusiasta del diario avilesino, el cual contribuyó en la difusión de ideas tales como la superioridad española sobre los norteamericanos apelando a cuestio­nes meramente subjetivas tales como el sentimiento moral y patriótico; la pluma del periodista local con intereses familiares en Cuba, Julián Orbón, exégeta de la bondad de la colonización española, se puso a su servicio. Sin embargo, este entusiasmo, como decíamos anteriormente, remitía cuando se constataba la incapacidad del ejército español para sofocar la rebelión pese a su superioridad numérica.

 En el segundo año, tras el paréntesis de 1897 en que el cansancio por la guerra y sus efectos negativos repercuten en la población, el ultimátum  pre­sentado por EEUU  y la inminencia del conflicto vuelve a traducirse en un repunte de la oleada nacionalista y patriótica que se traduce en la formación de suscripciones para apoyar al Gobierno en la obtención de recursos econó­micos para hacer frente a la guerra y en la organización de actos religiosos y patrióticos, tales como misas, rogativas y procesiones para pedir a Dios por el triunfo de las armas españoles y manifestaciones de apoyo al ejército. Sin embargo, el pesimismo por la persistencia de un conflicto que estaba destruyendo la economía de la isla reaparece una vez más y vuelve a surgir, en medio de fuertes críticas al Gobierno, la necesidad de conceder la autonomía a Cuba, una vez que es evidente que el proceso es ya inevitable, medida que, en opinión del diario avilesino, de haberse adoptado antes habría evitado la ruinosa guerra separatista.

 Al producirse los primeros síntomas del desastre, El Diario de Avilés intenta desmarcarse de las responsabilidades que se atribuyen a la prensa por su papel durante el conflicto precisando que éstas debían recaer sobre la "prensa importante", es decir, la de empresa. Así, tras el desastre de Cavite el diario local la acusa de poner el grito en el cielo y de censurar la labor del Gobierno cuando pocos días antes se burlaba de la escuadra yanqui y de haber buscado tan sólo la obtención de beneficios: 

"Si grande es la responsabilidad del Gobierno es mayor la de sus trom­ petas. La de cierta prensa que busca en impresiones su mejor negocio y lo sacrifica todo al éxito de una buena tirada"

. En alusión a la táctica empleada por la prensa de negocio para mantener el interés del público  El Diario de Avilés afirmaba:

 "No basta haber vendido bien la edición de hoy. Es preciso preparar la venta de mañana dejando a los beligerantes con las armas levantadas"

. Pero si denuncia esta actitud de la gran prensa es por no haber respetado "la política de guardar silencio convenida por todos como arma de verdadero patriotismo" y de maldecir a "aquél que no diga que marchamos viento en popa ". Al respecto, pocos días después el diario avilesino sostenía lo siguiente:

 "Convenimos que esta vez ha sido la primera en que la prensa más im por­ tante no se ha puesto al servicio de nadie para tergiversar los hechos quitándoles desgraciada importancia . 

Se muestra, pues, partidario de persistir en ocultar la realidad al pueblo y de proseguir la lucha contra EEUU esperando inútilmente una acción mila­grosa que favoreciese a España, especialmente una intervención europea para frenar el expansionismo norteamericano. 

Ese patriotismo del diario avilesino se hace evidente también cuando censura a los promotores de los conflictos sociales derivados de la carestía de los artículos de consumo y pide a la población que acepte la situación como un efecto pasajero de la guerra y que se sacrifique, "como nuestros heroicos soldados", en aras de la guerra. De no ser así, afirmaba, "no se puede ir a la victoria .

 Hay, pues, una censura a las clases populares y a la "oposición filibustera" que las dirigía

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