ENTAMU

El último año del siglo XIX, vio la llegada de mi abuela a la vida, en el humilde y pescador barrio de Sabugo; vio la llegada de mi abuelo, que con su familia mirandina, desembarcó en el puerto de Santander, trasladándose a la Calle Nueva de Avilés. Llegaron a bordo del barco Alfonso XIII, procedentes de Santa Clara (Cuba), él apenas tenía tres años, sus padres no habían ido a hacer la Habana, habían ido de criados de unos señores de Galiana, y regresaron con cuatro reales, con los que abrieron el bar Casa la Rubia.

Cuento todo esto, porque mi abuela, es una de las mayores responsables de mi interés por la historia de nuestra villa; Sus historias sobre cosas acontecidas en la villa, como el hambre que pasaba en los principios del siglo XX, el vampiro de la Magdalena, el bar que poseía mi bisabuela, la fabrica de baldosas de mi abuelo, etc., me hicieron empezar a investigar sobre nuestro pasado. No es que mi abuela fuera una gran contadora de historias, pero recuerdo que a mediados de los años 80, cuando la televisión programaba la serie Raíces, esa serie hizo que empezará a interesarme por mis antepasados, ¿quiénes eran? ¿cómo vivían? ¿de donde procedían?, ahí empezaron las preguntas a mi abuela, de sus respuestas salieron nombres como Gertrudis, Benita, el Sargento “Pates”, Pepe “El Cristo”, etc. Veinte años más tarde, me regalaron un libro: “Avilés Memoria Gráfica”, cientos de fotografías del Avilés de primeros del siglo veinte. En ese momento renació mi interés por nuestro pasado, pero no solamente por mis ancestros. Esas imágenes hicieron que retomará con fuerza la realización de mi árbol genealógico, pero también mi interés por lo que es toda la historia de nuestra, villa milenaria.

lunes, 5 de marzo de 2018

CONFLICTO DE LA LUZ Y DURAS CRITICAS AL AYUNTAMIENTO EN 1905

En el Noroeste del 6 de Enero de 1905

La enojosa cuestión del alumbrado eléctrico hallase actualmente en su período álgido, temiéndose que surja de un momento a otro algún conflicto grave entre el Ayuntamiento y la empresa arrendataria, por negare el primero, según se dice, a proporcionar el agua necesaria para el abastecimiento de las calderas.
Por lo pronto ya se anuncia que desde mañana queda suspendido el servicio del alumbrado, tanto público como particular, y que el arrendatario hállase dispuesto a cerrar la fábrica hasta que no se cumplan todas las clausulas del vigente contrato.
Esta determinación perjudicará considerablemente al pueblo, y de llevarse a caco con todo el rigor, es muy posible que produzca un movimiento de opinión formidable contra los causantes de un estado de cosas tan vergonzoso, insostenible y anómalo.
¿Quien tiene razón en este litigio? ¿La tiene el actual contratista del alumbrado eléctrico al negarse resueltamente a entregar la fábrica sin la tasación previa de su maquinaria, o bien la tiene el Ayuntamiento al presentar obstáculos y hacer imposible el normal funcionamiento de aquella?
Desde luego que la corporación municipal no se mantiene dentro de los límites de la equidad y de la justicia si son ciertos los cargos que se le hacen y si hay un asomo de verdad en lo que se dice respecto a su conducta. Si para proceder a la entrega de la fábrica se requiere la tasación previa de la maquinaria nueva adquirida por Don Juan Álvarez y así fue acordado de antemano por ambas partes ¿como es que se pretende la tal entrega sin que se haya cumplido tan esencial requisito? Y porque habiéndose verificado la tasación sin haber recaído un acuerdo definitivo por disconformidad de os primeros peritos, porque, repito, no se eligió un tercero para que imparcialmente lo resolviera todo y con cuyo fallo quedaran conformes ambos contendientes?
Pues porque, al parecer, en tan deplorable asunto los sentimientos enconados, las diferencias de grupos y las rivalidades personales pueden mucho más que lo intereses públicos y las conveniencias de la localidad. Seguramente que el conflicto suscitado se le buscará pronta solución más o menos amigable, pero antes conviene desfogar la cólera sobre el contrario, aburrirle un poco con estratagemas que enciendan los ánimos y demostrarle que los que tienen la sartén por el mango están autorizados para manejar como les plazca y como se les antoje los intereses propios y los ajenos.
Y mientras tanto que se fastidie el pueblo y que se aguante, que alumbre sus hogares con velas de esperma o con petroleo y que camine a tientas por la calle, oscuras y tétricas como en aquellas épocas memorables de las rondas nocturnas y de los toques de queda… ¡El pueblo! ¿Existe a caso? ¿Donde están las pruebas de vida, los arranques de su voluntad? A veces parece que alienta y que se impone, pero son las menos y vuelve enseguida, a su quietismo, a su modorra, a su cotidiano ensimismamiento.
Es doloroso confesarlo, pero sería criminal que por un mal entendido patriotismo, ocultásemos la verdad, desconociéramos los hechos y negáramos públicamente los efectos mortíferos, irremediables, desastrosos, de una pasividad tan grande y de una administración tan descuidada y perniciosa.
Si estamos de la manera que estamos, si aquí no hay edificios apropiados para escuelas, para juzgados, para cárcel; si las calles no se barren ni se arreglan casi nunca ¿a que se debe mas que a la inercia de los diversos elementos que componen el pueblo, inercia sobre la que descansan plácidamente los que nos dirigen y mandan?”



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